¡Viven en ‘castillo de naipes’!
Estrella Morán es padre y madre a la vez. Acondicionó una casa a punta de caña que, sin embargo, está que se le viene a ella y a sus tres hijos encima. Historia en el noroeste del puerto principal.
Bloque 12. Manzana 2916. Solar 30. Cooperativa Balerio Estacio, noroeste de Guayaquil. En esa vivienda todo es drama y pobreza...
La morada de los Morán Plúas es, ni más ni menos, ‘un castillo de naipes’, que le llaman casa y que está levantada con aproximadamente 40 cañas, a punto de sucumbir en cualquier momento ante uno de los invernales aguaceros que por estos días caen en el puerto principal.
Por eso es que la dueña, Estrella Morán Plúas, de 52 años, ‘duerme con un ojo abierto y otro cerrado’.
Teme que por culpa del mal tiempo y la débil estructura sus tres hijos Jefferson (28), Mercy (16) y Jaime (14) queden sepultados bajo kilos de madera y caña. “Vivimos con miedo, pero ¿qué más nos queda? somos pobres y no tenemos para repararla, lo que ganamos trabajando apenas nos alcanza para comer”, relata la madre.
Su esposo se fue del hogar hace muchos años y le ha tocado ser padre y madre a la vez.
NO ALCANZA
Esta abnegada madre se gana la vida vendiendo fundas de roscas en la Entrada de La 8 junto a su hijo mayor.
Cuando está buena la venta, entre los dos se ganan un aproximado de 20 dólares. Aunque hay días en los que los clientes desaparecen y deben hacer milagros para alimentarse y pagar otros gastos de la casa.
Inician la venta a las 13:00 y la finalizan pasadas las 21:00 cada día.
Con los 8 dólares que obtienen vuelven a su morada para tomar un descanso. “Lo que nos ganamos trabajando solo alcanza para la comida, no podemos comprar más cañas para seguir apuntalándola”, añade Estrella.
Relata que durante el temblor del pasado 4 de febrero una ventana se desprendió y le provocó una herida en la nariz a su hija Mercy. “La casa se nos cae en cualquier momento, por eso le pedimos de favor al vecino Mauricio que nos permita guardar en su hogar una nevera y algo de ropa”, sostiene la señora.
Esta sufrida madre lo que pide a gritos es una casita pequeña, de caña y madera. También acepta que alguien le regale el material para construir una más segura. “La gente aquí me conoce y si alguien nos regala algo, me encargo de poner la gente, aquí todos me ayudarían a levantar una nueva casa”, indica Morán quien, pese a todo, no pierde la esperanza de algún día tener un sitio seguro en donde vivir.