Diario Extra

“¡Soy un mueble más de la casa!”

Luis Vaca Naranjo es el sustento de su hogar. Lleva un mes sin poder generar dinero. Se dedica al reciclaje.

- Redacción Guayaquil

ALuis Manuel Vaca Naranjo llegar a los 68 años le significó colocarle punto final a su vida laboral. Así lo dispuso el desmejoram­iento de su salud.

A lo largo de su vida se dedicó a varias labores para subsistir. La última que pudo ejecutar fue la de reciclador. Ahora no puede seguir con ese oficio desde que la mitad de su cuerpo se durmió sin una razón aparente.

PUNTO FINAL

Vaca recuerda que fue el pasado 19 de enero cuando empezó a sentirse mareado. “Llegué del reciclaje como a las 2 de la tarde. Mi mujer me dijo que saliera a botar la basura. Ella me acompañó, pero me empecé a sentir como mareado y la vista se me puso borrosa”, explicó el hombre que habita en la cooperativ­a Las Marías, en Monte Sinaí, noroeste de Guayaquil, en compañía de su esposa María

Aurora Guagua.

Con ayuda de María regresó a su casa a descansar. “Dormí toda la tarde y noche. Cuando desperté, al día siguiente, me caí de la cama porque ya tenía el cuerpo dormido”, asegura.

Ese día lo llevaron de urgencia al hospital de Monte Sinaí. “Ahí me dieron unas pastillas y me mandaron a hacerme unos chequeos del corazón. La nueva cita para el tratamient­o está para julio, ¡imagínese!”, dijo el hombre, quien siente que, hasta la fecha de su nueva consulta, será “como un mueble más de la casa”, sin poder aportar económicam­ente.

En el hogar, Luis era el único que trabajaba. María se dedica a los quehaceres domésticos, siembra de plantas y cría pollos.

En la casa donde habitan, una construcci­ón de bloques a medio enlucir, que el matrimonio ha ido construyen­do de a poco, el mobiliario es modesto. Aparecen dos taburetes, dos sillas y una mesa, una cocineta, nevera y el fregadero de los platos.

En ese sitio, al que han llenado de calor de hogar, la pareja pasa sus días abastecida con la caridad de los hermanos en Cristo, como les llama Luis a los feligreses de la iglesia evangélica a la que asiste desde hace cinco años.

“Ellos vienen cada fin de semana y nos traen cualquier cosita para tener qué comer, porque en mi estado no puedo salir a trabajar”.

Las ayudas llegan de parte de los generosos amigos y en menor medida de los hijos. “Tengo dos, pero viven lejos y ellos tienen su hogar. Aquí somos solo los dos”, indicó.

Para aliviar en algo su dolencia, doña María, de 78 años, le frota ‘bola de vaca’, que según las creencias montuvias es un cálculo que tienen las reses y cuyo poder curativo se aplica en las personas que tienen derrame facial o trombosis.

“Eso lo ha aliviado bastante. Al principio no podía hablar. Ahora ya lo hace, pero no puede mover mucho el cuerpo”, asegura María.

El hombre desea que alguna institució­n pueda acogerlo para realizarle las terapias y que alguna fundación le pueda donar medicinas y viáticos, mientras llega la cita médica y su salud mejora para reanudar sus labores.

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Pacienteme­nte, doña María soba la ‘bola de vaca’ en las partes dormidas de sumarido.

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