¡Asusta la inseguridad!
El área de los rieles y debajo del viaducto son puntos negros para los moradores y taxistas. La Policía asegura que hacen controles.
Miguel Asimbaya trabaja en su taxi y la parada donde se reúne con sus compañeros está debajo del puente de Guajaló, en el sur de la capital. Haciendo una pausa a su labor cuenta que por el sector había un chico, de entre 8 a 9 años, que se dedicaba a robarles.
Lo hacía cuando las unidades se encontraban estacionadas. “Queríamos hacer justicia por mano propia”, asegura junto a sus ‘panas’ del volante. Sin embargo, sabe las consecuencias que eso hubiera acarreado si lo hacían. Édgar Logroño, jefe de operaciones de la Policía de Quitumbe, detalló que el puente de Guajaló es una suerte de frontera entre su distrito y el de los agentes de Eloy Alfaro. Es así que para un control óptimo, según el oficial, se realizan operativos de seguridad conjuntos.
“Se hacen operaciones de Inteligencia, en virtud de que la co”, indica el uniformado.
El miembro policial explica que se ejecutan ciertas actividades de seguridad, por parte del personal, quienes se desplazan a pie o en patrulleros (vehículos o motocicletas).
“Todas las estrategias se realizan con base en la información que se tiene de las denuncias generadas en la Fiscalía y a los eventos identificados en esos lugares”, acota. El levantamiento de datos, por ejemplo, se hace con agentes vestidos de civil, en labores de Inteligencia constantes, precisa.
Pero lo que más preocupa a los residentes y gente que transita son dos de los puntos que están cerca al viaducto. Uno queda justo debajo del puente, pasando la calle Manglaralto (avenida Morán Valverde).
Allí, se observan colchones viejos, colillas de cigarrillos, harapos de lo que alguna vez fueron ropas, entre otras basuras. Otro conductor de taxi, quien prefiere omitir su nombre por miedo a represalias, indica que en ese espacio duermen indigentes. Pero también asaltan.
Mientras que el segundo punto crítico son los conocidos rieles del tren. A los costados de la línea férrea hay un gran tramo donde se acumula la hierba mala.
Las plantas están tan crecidas, que son aprovechadas para camuflar plásticos negros que sirven como techo de los antisociales, cuenta una vendedora. La mujer explica que quienes cometen los robos generalmente se dirigen hacia esa área desolada y se esconden entre los matorrales.