El recrudecimiento de la violencia
Los cifras de violaciones, maltrato físico y femicidio alarman, sobre todo en las últimas semanas. En Ibarra una mujer fue asesinada a cuchillazos prácticamente en vivo y en directo. La historia se repitió en Pisulí, norte de Quito, el 8 de febrero. Amelia recibió también varias cuchilladas de su expareja.
Estos, además de la violación múltiple de Martha, el pasado 13 de enero, son algunos casos que indignaron a los ecuatorianos.
Para Mayra Soria, fiscal de Género, esto responde a un fenómeno social: la visibilización a través de redes sociales.
“Vimos que se cometen estos delitos en el espacio público, frente a nuestros ojos”, sostiene.
Esto además responde, según Soria, a que los agresores ven cómo se desligitima la violencia.
“El silencio de las víctimas nor- maliza la violencia”, dice.
En este sentido, la violencia se “redobla” para mostrar el poder de los agresores sobre las mujeres, que poco a poco dejan de callar por miedo o por vergüenza.
La fiscal agrega que no existe un patrón exacto del posible femicida, pero que existen señales que pueden ser de alarma.
Por ejemplo si un hombre empieza a prohibirle cosas a su pareja, la hace de menos o la maltrata verbalmente. “La violencia es progresiva y puede terminar en un femicidio”, sostiene.