¡Vacaciones terminaron mal!
El pequeño fue a pasar con sus abuelos, quienes, al ser nuevos inquilinos, no habrían conocido sobre la existencia de un reservorio en el lugar.
“¡Ayuda! ¡Sáquenlo!”, decían dos adultos mayores. Todo era un griterío, contó Blanca Pujota, una moradora del barrio Lalagachi en Yaruquí, al nororiente de Quito.
Ella llegaba de su trabajo cuando escuchó que algo malo había pasado con los vecinos.
“El niño se cayó al reservorio. Ha estado jugando”, relató la vecina.
Cuando las unidades del Cuerpo de Bomberos de Quito llegaron al sitio de la emergencia los familiares del niño ya habían sacado el cuerpecito del agua, la tarde-noche del viernes.
“Se constató el fallecimiento del menor por ahogamiento”, sostuvo Marco Quinatoa, teniente de bomberos.
Según las primeras pericias, el niño había estado jugando por la casa de sus abuelos, quienes aparentemente no tenían conocimiento de la existencia del reservorio de agua de tres metros de profundidad.
“Dijeron que están recién un mes viviendo aquí. El reservorio queda en la parte de atrás de la vivienda”, comentó el bombero. Los vecinos tampoco conocían bien a la pareja debido a la reciente mudanza.
Según Blanca, el pequeño estaba bajo el cuidado de los adultos mayores, pues estaba disfrutando de los días de vacaciones. “Solo estuvo aquí de paseo”, dijo la mujer.
Luego de que intentaran reanimar al menor sin éxito, su cadáver fue cubierto con una lona blanca y quedó en la orilla del tanque de agua, donde “hasta había peces”, que posiblemente le llamaron la atención.
“En la tabla que está sobre el reservorio se ve la huella de un resbalón”, dijo Blanca.
La madre del pequeño llegó al lugar solo para constatar que había perdido a su hijo.
Los familiares esperaron en la puerta de la vivienda a la Unidad de Medicina Legal, quienes llevaron el cuerpo del niño hasta la morgue de la Policía Nacional, en el norte de la capital, para realizarle la autopsia correspondiente.