Están a la espera de una reubicación
Desde ese día no ha podido ver a la niña, de un año y medio de edad. Scarlet está en “estado crítico”. Los médicos de la casa de salud no le permiten a él -ni a ninguno de sus parientes- tener contacto con la criatura. Incluso, el cree, que está en riesgo de muerte.
En el sitio donde la nena solía jugar solo hay escombros y la basura que quedó después de la desgracia. Hilda Masa, vecina, no puede contener las lágri- Cada tarde miembros de la Secretaría de Seguridad del Municipio visitan el lugar del deslave, mientras las autoridades analizan la situación del sitio y de los afectados. Ahora ellos esperan recibir ayuda y ser reubicados.
María Palomo está a la incertidumbre de saber si la ayuda continuará o será solo por unos días. mas al ver la imagen.
“Ya se me deshincharon los ojos, he pasado súper mal, mis vecinos se fueron y me da pena por ellos”, dice entristecida.
La mujer está preocupada porque le comentaron que la criatura había tragado tierra y estaba golpeada, “está en coma”, expresa.
Pero no son los únicos afectados, en total fueron nueve los heridos. Una de ellas es Mayra Alexandra Palomo, quien ahora permanece acostada en la cama de un albergue a donde fue trasladada, después de salir del hospital.
Tiene dolor en todo el cuerpo, pero con esfuerzo juega en la litera con sus hijos, quienes recibieron golpes leves durante el accidente. Asegura que ellos le dan la fuerza para no quebrantarse, aunque le duele saber que los juguetes y los úti- les escolares se perdieron.
Solo tienen la ropa que les entregaron las autoridades y no sabe qué hará cuando le toque salir de allí.
Rememora que en el barrio solía cuidar a sus nenes y también a otros pequeños, de los vecinos. El día del aguacero estuvo inquieta, como si un mal presentimiento la hubiera invadido. Pero no imaginó que ocurriría lo peor.
Su pariente María Rosa Palomo cuenta que desde hace 15 años vivían ahí y jamás había pasado nada. No sabe si regresar a Pujilí, su tierra natal, o qué le deparará la vida cuando tengan que abandonar el albergue.
“Nos quedamos en la calle”, acota y no sabe en dónde sus familiares, que se dedican a la construcción, podrán trabajar. Por ahora están paralizados.