Diario Extra

¡Ariel necesita su medicina!

- Redacción Quito (AAM)

Cuatro palabras le cambiaron la vida a la familia Gavilanes Villalva. Distrofia muscular de Duchenne, decía el diagnóstic­o médico del menor de sus hijos, Ariel.

“Nos dijeron que le quedaban dos años de vida”, expresó Edwin en los exteriores de una casa de salud para niños del norte de Quito.

Él se niega a aceptar esa “sentencia de muerte”, que llegó hace seis meses, y junto a su esposa Jenny Villalva luchan por conseguir un fármaco que podría mejorar la calidad de vida de su hijo, de 8 años.

Se trata de Ataluren, un medicament­o diseñado para permitir la formación de una proteína funcional en pacientes con trastornos genéticos como la distrofia muscular.

Aunque Ariel nació con esta mutación, fue hace un año y medio cuando empezaron los síntomas. “El dolor en sus piernitas era insoportab­le. Se le hincharon las pantorrill­as y no podía caminar”, dijo su padre.

De lunes a viernes, Edwin trabaja en una empresa de ropa y cada fin de semana recorre las ciudades cercanas a la capital para comerciar unos almohadone­s que hace su esposa. Así, juntan dinero extra para sostener la costosa enfermedad del pequeño.

“La medicina le cambiaría la vida, podría mantenerse bien y tener una adolescenc­ia casi normal. Además, impediría que se quede inmóvil”, añade la madre conmovida.

Fue ella quien durante un mes y medio esperó la respues- ta del hospital Carlos Andrade Marín, del Instituto Ecuatorian­o de Seguridad Social, luego de que en octubre solicitara­n a sus autoridade­s el remedio.

Con una carta, la institució­n contestó que “de acuerdo al informe remitido por el médico tratante y conforme a las disposicio­nes emitidas por las au- toridades, esta casa de salud procederá de acuerdo a la normativa legal vigente”.

Al no entender la contestaci­ón, los padres del infante se acercaron a las autoridade­s del lugar y pidieron una explicació­n. “El médico nos dijo que era tan simple como que le negaron el Ataluren”, señaló el progenitor.

Para la familia, la situación ha sido tan devastador­a que inició una campaña en redes sociales para que se conozca la historia de la criatura.

Hasta sus compañerit­os de salón se sumaron a la iniciativa y con Edwin grabaron un vídeo para difundirlo en las plataforma­s digitales.

LOS SUEÑOS DE ARIEL

Ariel es el consentido de la casa, especialme­nte ahora que su enfermedad lo conduce al hospital tres veces por semana para terapias. Además, hace un tiempo la familia está probando con un tratamient­o alterno para mitigar los síntomas de la distrofia muscular de Duchenne.

Hasta el momento lleva seis sesiones y sus padres sienten que tiene buenos resultados. Es un tratamient­o con células madre que se lo realiza en un

centro médico de Cuenca. “Él debería estar intubado y sin poder respirar, pero esto es lo que lo ha ayudado”, menciona Gavilanes.

Desde que el niño fue diagnostic­ado con el trastorno, su asistencia a la escuela no es tan regular. Sin embargo, lo que más extraña son los partidos de fútbol del recreo.

Ariel es hincha de Barcelona y, aunque ya no puede pisar la cancha, lo alienta desde casa. Tal es su pasión por el equipo que la barra de la Sur Oscura lo llevó a Guayaquil para que conociera el estadio.

“Fue muy emotivo para él. Unas veinte mil personas corearon su nombre”, celebró el padre. La enfermedad de Ariel es costosa y su familia no puede asumir todos los gastos. Si usted puede colaborar con sus padres comuníques­e al teléfono 099265-2528, o realice su aporte a la cuenta de ahorros del Banco del Pichincha número 4606500900, a nombre de Edwin Gavilanes.

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Karina Defas , cortesía / EXTRA ?? Los padres de Ariel lo llevan tres veces por semana a una casa de salud en el norte de Quito. Allí recibe terapias para no perder lamovilida­d de sus músculos.
Fotos: Karina Defas , cortesía / EXTRA Los padres de Ariel lo llevan tres veces por semana a una casa de salud en el norte de Quito. Allí recibe terapias para no perder lamovilida­d de sus músculos.
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El niño es hincha de Barcelona, y aunque le gusta el fútbol, ya no puede jugar.

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