Diario Extra

¡PARO LO DEJÓ SIN OJO!

LUIS TIPANTUÑA ABRE LAS PUERTAS DE SU CASA A EXTRA PARA MOSTRAR SU DRAMA. AYER FUE A LA FISCALÍA PARA PONER UNA DENUNCIA POR TENTATIVA DE ASESINATO

- Daniela Moina Armas

Cada cierto tiempo debe limpiarse el ojo derecho, para ello debe tener siempre a la mano un desinfecta­nte en gel y gasas. “Todavía me cae agua y debe mantenerse seco”, dice Luis Tipantuña.

El universita­rio, de 29 años, resultó herido en el primer día de protestas, en el Centro Histórico de Quito. Una bomba lacrimógen­a le impactó directo en el rostro. En el hospital sostenía la esperanza de conservar su ojo derecho, pero finalmente le practicaro­n una evisceraci­ón, es decir que le sacaron lo que quedaba, según relata.

“Me colocaron una especie de prótesis para que los músculos no se atrofien para cuando quiera ponerme una definitiva, aunque nunca voy a volver a ver del lado derecho”, explica.

La tarde de ayer se acercó a la Fiscalía General del Estado para oficializa­r la denuncia en contra del Estado por el cargo de tentativa de asesinato.

“Presentamo­s la denuncia en contra de María Paula Romo y el Comandante General de la Policía”, comentó Gonzalo Realpe, abogado de la víctima.

El documento fue entregado por Realpe para buscar una reparación por la pérdida del ojo de Tipantuña.

El jueves, Luis se convocó mediante un chat de egresados del Colegio Mejía para protestar en contra de las medidas económicas anunciadas el pasado 2 de octubre.

“Mi padre y yo estamos desemplead­os y salimos adelante haciendo carreras en automóvile­s. Las medidas nos afectan”, cuenta.

Él y sus amigos marcharon por el Centro Histórico y aproximada­mente a las 19:00 pararon en las gradas de la plaza de San Blas para compartir el almuerzo que Jhonny Correa llevó. “Nos sentamos a comer de la tarrina la comida fría que me mandó mi mamá cuando empezó la represión policial”, explica Correa.

Cada uno buscó una forma de resguardar­se, detrás de árboles o de algún poste. Luis, sin embargo, solo vio como las chispas de la escopeta truflay iban hacia él. “Fue en cuestión de segundos, no tuve tiempo a nada”, relata Luis.

Sintió el impacto que lo lanzó al suelo, le temblaban las piernas y tuvieron que ayudarlo a levantarse luego de algunos minutos. Con sus amigos caminó varias cuadras para buscar ayuda, hasta que un hombre se ofreció llevarlo a un hospital. “Me hacía la conversaci­ón para que no perdiera la conciencia. Me ayudó mucho”, cuenta.

Sangrando y a punto de desmayarse, Luis apuntó en un papel el número telefónico de su casa. “Fui yo quien le tuve que decir a su papá que sufrió un accidente”, dice Jhonny.

PRECARIA SITUACIÓN

La situación de Luis y su familia es delicada, pues además de los cuidados que necesita por la pérdida de su ojo se le suma que no puede trabajar haciendo los fletes. “No había mucho, pero con eso teníamos para comer” manifiesta.

Además deben cuidar de su hermano de 13 años que tiene discapacid­ad intelectua­l del 75%, por lo que no puede comer solo o al menos caminar.

“Mi mamá percibió el bono, pero solo por unos meses”, expresa el afectado.

Por ahora no puede permanecer bajo el sol, ni recibir polvo hasta que las incisiones se cicatricen. “Sufro de dolores de cabeza, pero el médico me dijo que podría pasar hasta que me acostumbre a ver con el ojo izquierdo”, dice Luis.

1 PERSONA MÁS habría sufrido el mismo trauma en Cayambe. Todavía no se conoce su estado.

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Fotos: Karina Defas / EXTRA Luis muestra su ojo. Aún está morado. Debe tener mucho cuidado en el tema de aseo, lo hace con gel y gasas. Con la denuncia buscan encontrar al responsabl­e y reparación integral al joven.
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