PLAZA GRANDE, DESIERTA
LOS NEGOCIOS PERMANECEN CERRADOS DESDE HACE SEIS DÍAS POR LA OBSTRUCCIÓN DE LAS CALLES Y LA FALTA DE TURISTAS EN LA ZONA.
Parece un cuartel. Rodeada de militares y policías, la Plaza de la Independencia ha quedado en silencio; no hay vendedores ni turistas, todo está resguardado. EXTRA hizo una crónica del lugar en un día de paro.
Una señora prefiere descansar en las gradas de una plazuela, ubicada en las calles Guayaquil y Chile, centro de la capital, a una cuadra de la conocida Plaza de la Independencia.
Junto a ella están los periódicos y los ‘guachitos’ de lotería que no ha logrado vender. “Trabajo en la Plaza Grande, pero ya no puedo pasar”, lamenta. El lugar se encuentra resguardado por militares y policías. Parece un cuartel. Nada de bulla, cero vendedores... y de los turistas, mejor ni hablar.
La mujer, de aproximadamente 50 años, se gana la vida así desde hace varias décadas, pero en los últimos seis días no ha ganado “ni para la sopa”.
La mañana de ayer, centenas de militares llegaron en camiones para apostarse cuatro cuadras a la redonda del Palacio de Carondelet. A pocos metros –entre el temor y la indignación– los moradores que intentaban vender algo de sus locales los miraban. “Vienen a cuidarle al presidente y no está ni aquí”, bromeó Julio Álvarez.
Él abrió su librería por pocas horas los últimos días. Los turistas son su mayor clientela, porque exhibe y vende colecciones de monedas. “A ellos les llaman la atención, pero ya nadie puede entrar”, dice.
No ha logrado calcular las pérdidas que ha tenido en los últimos días, pero no ha vendido ni uno solo de sus artículos.
En las calles del centro ya no hay bullicio, ni autos, ni compradores... ni siquiera los curiosos. Los cercos policiales y militares son los únicos escenarios que ven los moradores de esta zona.
En la calle Benalcázar y Mejía el panorama fue parecido. Tres locales estaban abiertos, pero sus dueños estaban atentos a los desmanes para enseguida bajar sus puertas.
“Tenemos que pagar a los bancos, el arriendo, servicios básicos y no tenemos con qué”, explica Anita López, también moradora del centro.
Avanzaba la mañana y los contingentes militares y policiales seguían amarrando con alambres las concertinas (alambre puntiagudo) en las esquinas más cercanas a la Plaza Grande, a donde desde hace días ni de chiste se puede acercar.
NO HAY TURISMO
Se necesitarán meses o años para que el país recupere la imagen internacional de destino turístico. Las Cámaras de Turismo del país calculan que, al menos, 200 personas que llegaron desde Europa, Asia y otros puntos del planeta se encuentran actualmente imposibilitados de movilizarse y llegar a las ciudades que formaban parte de su itinerario.
Raúl García, presidente de la Federación Nacional de Cámaras Provinciales de Turismo (Fenacaptur), dijo que hay gente que no pudo viajar a Galápagos o a la Amazonía. Otros, en cambio, no lograron retornar a tiempo y perdieron los vuelos de regreso a sus países de origen.
“Estamos perdiendo imagen internacional. Los vídeos de lo que pasa salen a todas partes y más cuando hay información falsa o distorsionada que es difícil discernir cuando uno está afuera del país”, manifestó García.
El 7 de octubre de 2019 la Federación de Cámaras y Quito Turismo constituyeron un comité de crisis que emitirá comunicaciones internacionales para que la gente tenga calma. Esto, sin embargo, está atado a que exista diálogo entre el Gobierno y los manifestantes.
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MIL DÓLARES calculan los vecinos haber perdido en seis días de protestas.
ZONA TURÍSTICA
La economía del centro de Quito se sostiene con la visita de turistas nacionales y extranjeros.