¡POR RUMOR ATACAN CRUZ ROJA!
✓Personas hicieron correr una mentira que ocasionó el ataque de ambulancias. ✓EXTRA habló con los voluntarios afectados.
El sonido de la sirena del vehículo fue repentinamente opacado cuando un adoquín entró violentamente por la ventana de la ambulancia, destrozando el vidrio lateral trasero. Miguel Amanta apenas pudo ver lo que pasaba, antes de sentir la lluvia de vidrios rotos dentro del automóvil...
Luego de que la Cruz Roja anunciara la suspensión de operaciones en Quito, este Diario fue detrás de las historias de aquellos que vivieron momentos de terror rescatando víctimas. Uno de ellos, Amanta.
Era jueves 3 de octubre, alrededor de las 20:00. Amanta conducía su ambulancia de la Cruz Roja intentando trasladar a una persona herida por las manifestaciones en el Centro de Quito, rumbo al hospital Eugenio Espejo. Fue entonces cuando comenzaron a atacarle.
En seguida, y como un acto instintivo, miró hacia arriba (estaba conduciendo por el paso a desnivel fuera de la plaza de San Blas) y divisó a unas 300 personas agolpadas aventando hacia abajo palos, piedras y botellas. “No pude acelerar, porque se corre el riesgo de que adelante haya más gente y la pueda atropellar. Tuve que esquivarlos, aguantar los golpes y avanzar”.
El saldo del ataque fue el parabrisas trizado, los retrovisores destrozados, los vidrios posteriores totalmente rotos y las latas hundidas. Como si quisiera guardar el recuerdo de esa violenta noche, el personal de la Cruz Roja ni siquiera ha sacado el adoquín que, después de entrar por la ventana, se quedó dentro de la ambulancia.
“Había corrido un rumor. La gente estaba diciendo que las ambulancias de la Cruz Roja estaban trasladando bombas molotov para entregárselas a la Policía. Por eso nos atacaron”, se lamentó Amanta y, a su vez, reprochó este acto puesto que, en sus años de experiencia, jamás había vivido algo similar.
La ambulancia de Amanta fue una de las seis en Pichincha y nueve en Ecuador que resultaron afectadas durante el paro nacional. Esto porque, según ratificó el vocero de Cruz Roja, Roberto Bonilla, circuló una información falsa en redes sociales en la que se aseveraba que dichos vehículos estaban alimentando con armas a los miembros de la Policía y, ante el terror, la gente prefirió frenarlas en el camino.
Pero lo único que Amanta trasladaba en su ambulancia era a su equipo y a un paciente. Al igual que el vehículo en el que viajaba Miguel Balbuca, paramédico de la Cruz Roja, que también vivió momentos de tensión y miedo.
El mismo jueves, a las 18:00, Balbuca estaba atendiendo todo tipo de emergencias en la calle Galápagos, en el Centro. De pronto llegó un señor que requería una placa, debido a que presentaba una herida en la pierna izquierda. “Nos fuimos con él al dispensario central del IESS, en la calle Montúfar. Nunca llegamos”, contó.
En la calle Pichincha, la ambulancia fue abordada por un centenar de manifestantes que reventaron los parabrisas y rompieron los retrovisores.
“Una piedra que entró por la ventana golpeó al asistente voluntario de Balbuca, aunque no fue de gravedad. “El paciente estaba muerto de miedo. Nos pedía disculpas por habernos hecho meter en ese lío. Pero no era su culpa, nosotros debíamos atenderlo”.
Finalmente, la ambulancia debió regresar, aún entre los insultos y golpes, hacia la oficina Provincial de la Cruz Roja, ubicada en el norte de Quito. Desde allí, el paciente fue enviado a otro centro.
“He estado en manifestaciones antes, llevo seis años en esto y es algo que ya había visto. Pero nunca me había pasado que nos ataquen a nosotros, cuando somos quienes tratamos de ayudar. Fue una lluvia de piedras”.
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AMBULANCIAS resultaron destruidas a escala nacional.