¡Aprovechan hasta la cáscara!
Productores utilizan la ‘pepa de oro’ como base para tabletas de chocolate, vino, bombones y como abono orgánico.
Los conocimientos ancestrales acerca de las bondades del cacao son aprovechados por pequeños productores de recintos de Milagro para la elaboración de derivados: tabletas de chocolate y vino, que toman fuerza en el mercado local.
Según registros históricos, arqueólogos ecuatorianos y franceses hicieron un estudio con el cual se descubrió que el cacao viene de la cultura amazónica Mayo - Chinchipe - Marañón, que se encargó de difundir las técnicas del cultivo y el consumo hace más de cinco mil años, explica Freddy Garaicoa, docente universitario, investigador y promotor turístico de Milagro.
El intercambio cultural de este producto con la Costa se realizó después con la cultura Val di vi a, agrega Garaicoa. Por el siglo XVIII, el ‘boom’ cacaotero aparece. Con la siembra, cultivo y cosecha del cacao, nace la “pepa de oro”, e inició la exportación del mismo, añade.
El cacao es uno de los productos base de la exportación ecuatoriana. Ecuador está entre los diez primeros países exportadores del mundo. Y, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos, la siembra del cacao representa el 40,9 % de la superficie sembrada a nivel nacional.
Estas cifras aportan a la economía y eso lo sabe a la perfección Carlos Espinoza Delgado, un agricultor cuya edad ronda los 75 años. Él, hace más de 20 años siembra y cosecha la ‘pepa de oro’, como se conoce a esta fruta tropical.
Carlos, delgado, de sonrisa amplia y piel tostada por el sol, llegó a Milagro a la edad de 28 años. Es oriundo de Salitre, por lo que se considera montuvio de cepa. En Milagro, se radicó en el recinto El Progreso, en el kilómetro 4 de la vía a Virgen de Fátima, a unos 40 kilómetros de Guayaquil.
Desde que habita en la tierra milagreña ha hecho uso de la fertilidad del suelo: primero produciendo tabaco, luego como finca ganadera, hasta establecerse con el cacao, que ha sido su sustento los últimos veinte años.
Junto con su familia ha venido cultivando las 15 hectáreas de sus predios, donde el cacao es el ‘rey’. Su esposa, Mary Perea, de 71 años, lo ayuda en la elaboración de tabletas de chocolate. Este proceso lo iniciaron en marzo del 2016. Ella hacía el producto para consumo personal y de sus hijos.
En aquella época, la recurrencia de hacer tabletas complicó la salud del anciano. No comía y había perdido sus fuerzas, rememora Rody, uno de sus hijos. Entonces, para bajar la intensidad de su trabajo, empezaron a darle las tabletas que hacía Mary, con la finalidad de que se convierta en catador del producto, que luego sacarían al mercado.
Al comer el chocolate casero, la mejoría de don Carlos fue notoria, tanto que hoy en día sale desde temprano a recorrer la finca y trabaja la tierra como en 1966, cuando empezó a alquilar el lugar hasta que pudo comprarlo. Fue como un soplo de vida para él, y es que según el conocimiento ancestral, cuando los campesinos se cortan o lastiman la piel, la herida se les cura si colocan en ella una gota del maguey que sale del cacao.
El chocolate se convirtió en un producto base de la familia. Y desde hace 3 años aporta también a la economía, con los derivados: tabletas, bombones, helados, polvo, manteca de cacao, vino.
PROCESO DE PRODUCCIÓN
Para elaborar las tabletas se inicia con la recolección del fruto, y el desgrane. Una vez desgranado va a reservorios de madera donde se hace la fermentación, un paso que toma entre cuatro y cinco días, cuidando que factores externos no arruinen dicho proceso.
La pulpa fermentada pasa a un contenedor para un secado artificial, un paso que abrevia la colocación en tendales, como hacen en las fincas aún no tecnificadas.
Una vez que el grano está seco, se procede a la selección. Tienen que escoger los que mantengan el mismo tamaño para que el tostado sea uniforme. Luego de eso, la molienda, y el refinamiento dará la base para las tabletas.
OTRA ZONA
Un proceso similar se utiliza en el recinto Galápagos, en la parroquia Roberto Astudillo, límite entre Milagro y Naranjito.