¡LLORÓ PORQUE BAJÓ LA GASOLINA!
El guayaquileño lloró y saltó de alegría al escuchar la noticia en cadena nacional.
El taxista Carlos Basurto saltó de alegría y lloró cuando la noche del pasado domingo escuchó en la cadena nacional, donde se negoció el decreto 883, que aquel documento fue derogado, por lo tanto, el precio del combustible, gasolina extra y diésel, regresó al valor que acostumbraban a pagar los conductores en Ecuador, $1,83 y $1,37 por cada galón, respectivamente.
Basurto, en ese momento, recién había llegado a su hogar, que está ubicado en la cooperativa Monte Sinaí, y ante la preocupación de haber hecho una sola carrera durante todo ese día, se sentó junto a su esposa, Mayra Marmolejo, en el sillón de la sala y miró atentamente la negociación entre el presidente de la República de Ecuador, Lenín Moreno, y Jaime Vargas, presidente de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador).
“Cuando escuché que el decreto 883 iba ser derogado me emocioné porque las cosas iban a mejorar. Lo primero que hice fue poner las manos en mi cara y empecé a llorar como un niño. Luego abracé a mi esposa y empezamos a celebrar porque de esta manera mi trabajo no se va a ver afectado y no voy a estar preocupado por si hago o no carreras. Fueron dos semanas muy duras para los transportistas”, manifestó el guayaquileño de 39 años, mientras sonreía de la felicidad.
Luego de escuchar aquella novedad, Basurto salió a las calles del barrio por donde vive con el fin de celebrar con sus colegas taxistas. Durante 12 días pasó intranquilo por el trabajo que viene desarrollando desde hace dos años, como taxista, debido a que pasó de pagar doce a veintidós dólares para llenar el tanque de su vehículo y herramienta de trabajo, por ende, sus ganancias se vieron reducidas.
“A esa hora (cerca de las 22:00 del domingo pasado) la gente del barrio se empezó a reunir por todas las calles de Monte Sinaí. De la emoción de todo lo que había acontecido, el taxismo se organizó e hizo una gran caravana por todo el sector. Con cuatro amigos más nos unimos a la fiesta, celebramos e hicimos bulla de felicidad. Ese día nos quedamos como hasta la una de la mañana”, recalcó entre risas.
Además, Carlos Basurto recordó que no podía salir a dar vueltas por las calles del puerto principal porque no encontraba pasajeros por la ciudad. “Todos esos días las calles estaban vacías, no se veía una sola alma. Me ponía a pensar si valía la pena dar vueltas porque se gastaba en gasolina. Uno no podía arriesgarse a buscar clientes cuando estaba cara la gasolina”.
Así opina
Estaba preocupado por el alza del combustible porque uno tiene que buscar a los clientes en la calle y por eso se gasta gasolina”.