Tres dulces generaciones
TIENE 47 AÑOS, DOS HIJOS Y UNA ‘CARRERA’ DE HELADERO QUE INICIÓ CON SU PADRE HACE MÁS DE 70 AÑOS, Y ÉL MANTIENE.
En día soleado o gris, Dionisio Torres no pierde la oportunidad de saborear un helado en la esquina de Eloy Alfaro y Juan Montalvo, centro del cantón Milagro. Allí se ubica Juan Kléber Freire Morán, mejor conocido como Pavito.
Kléber, menudo, sonriente y atento, dice que el verdadero dueño del apelativo era su padre Raúl, quien recorría el centro con un triciclo ofreciendo los helados, labor que inició por el año de 1944.
Cuando Dionisio era apenas un niño le insistía a su padre para que le compre los helados de don Pavito, y desde entonces, aun a sus 53 años, mantiene la tradición de ‘pegarse’ un heladito cada vez que visita la ciudad. Los helados Pavito han pasado por tres generaciones en su familia, asegura este fiel cliente.
Recuerda que aprendió a elaborar y vender los helados porque su padre le enseñó el valor del trabajo. A los 11 años ya comercializaba ese postre elaborado por su progenitor. Ese ha sido su único sustento durante los últimos 30 años; con el que ha conseguido sus cosas, ha mantenido a su familia y le ha dado los estudios a sus hijos, Adrián, de 25 años, y Daniel, de 18.
“El primero es profesional, es ingeniero industrial, trabaja en una empresa, y a veces también vende helado. Y al otro lo tengo en una esquinita vendiendo, pero hasta que entre a la universidad, y de ahí que continúe con los estudios. Y si quiere vender helados que lo haga cuando esté desocupado”, enfatiza Kléber, quien siempre deseó para sus hijos un título profesional, pero sobre todo que sepan ‘ganarse el pan’ con su esfuerzo, algo que él aprendió desde niño.
En su negocio, que atiende de lunes a sábado, lo que prima es la atención al cliente. Por ello, el producto ha ido variando en su presentación y entrega a lo largo de los años. Lo que no ha cambiado, aseguran los comensales como Modesto Freire, es el delicioso sabor de los helados, y el carisma con que atiende Pavito.
‘PANA’ DE ALCALDES
Este heladero es un hombre sencillo que ha sabido ganarse el cariño de la gente. Asegura que nunca ha tenido problemas por el uso de la vía, e incluso varios alcaldes han llegado a ‘pegarse’uno de los postres que expende.
Además del helado en barquillo o cono, Pavito ofrece el ‘pan con helado’, una suerte de sánduche que inició por el consejo de un amigo ‘manaba’.
“Eso empezó cuando aún estaba el sucre (como moneda oficial), explica. Un amigo que llegó a visitarme de Portoviejo me dijo: ‘Y ¿por qué no vendes pan con helado? Eso en mi tierra se vende, haz la prueba’. Y así fue que empecé con el pan con helado. Inicié vendiendo cincuenta panes, después 100”, recuerda.
Dice que llegó a expender hasta 300 panes al día a un valor de 500 sucres, luego subió a mil sucres. “Actualmente vale 75 centavos, pero ya no se venden los 300 panes, se venden menos por la crisis económica del país”, sostiene.
UN SABOR PARA CADA DÍA
Otra de las innovaciones de su producto es que tiene un sabor para cada día, empezando el lunes con naranjilla; martes, guayaba; miércoles, coco; jueves, leche o ron pasas; y viernes, chocolate.
En Milagro es prácticamente una tradición llegar a la esquina donde Pavito estaciona su triciclo, para saborear este postre, de textura suave que se sirve en un barquillo, y corona con jalea de piña, la fruta icono de la ciudad.
“No es milagreño si no se pega un helado Pavito. Y no es un buen anfitrión si no le ofrece a algún amigo o visitante, uno de estos”, dice Martha Flores, cliente de Pavito desde que era niña.
DATO
Juan Kléber Pavito creció en
las calles Guayaquil y 12 de Febrero, centro de la ciudad. Al principio recorría, después se quedó en la esquina donde es parte del paisaje urbano de Milagro.