¡Salieron ‘soplados’!
Los internos estaban hacinados en una casa del noroeste de Guayaquil. En el sitio se hallaron alimentos descompuestos. Los propietarios desaparecieron. También había seis menores de edad.
Corrían desesperados, como si alguien los persiguiera, pero no, nadie iba detrás de ellos. Gritaban, aparentemente emocionados: “¡somos libres, somos libres!”, mientras cargaban cartones o fundas con sus pertenencias y algunas galletas que les habían regalado.
Se trataba de un grupo de 34 adultos con problemas de consumo de drogas. Ellos fueron encontrados en una clínica de rehabilitación clandestina, en la cooperativa Horizontes del Guerrero, en el noroeste de Guayaquil.
El supuesto centro operaba en el lugar desde hace quince días, pero una semana antes funcionó en la cooperativa Flor de Bastión, a pocos kilómetros, y hace un mes, en el lugar donde empezó, en las calles 17 y la Q, del suburbio porteño, según contaron algunos ‘pacientes’.
Pedro (identidad protegida) contó que tenía cerca de dos meses internado y que él siempre estuvo en contra de su voluntad.
“Me capturaron y me trajeron a la fuerza. Aquí uno no podía salir, porque siempre tenían las puertas con candado. Y cuando nos cambiaron de un lugar a otro, nos transportaron como ganado, en camiones”, comentó.
Además, reveló que la tarde del pasado jueves fue agredido por un supuesto acto de rebeldía. “Me pegaron duro, en frente de todos, porque así a uno lo ponen como ejemplo de lo que les puede pasar. Fueron muchos golpes y también nos daban pastillas que nos dejaban embobados”, añadió.
“Siempre nos castigaban”, enfatizó un joven.
El sitio en el que estaban los internos era una casa de tres plantas: una baja y dos altas. En las habitaciones había colchones en el piso y las condiciones eran insalubres, según detalló Augusto García, director de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los
Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess).
“Estaban en las peores condiciones, con alimentos contaminados, sin atención de personal de salud (...). Estaban totalmente hacinados. Por eso vamos a buscar a los responsables”, acotó el funcionario.
En la clínica ‘trucha’ también había seis menores de edad, quienes fueron entregados a la Dirección Nacional de Policía Especializada en Niños y Adolescentes (Dinapen), para que los agentes buscaran a sus padres.
Jessenia Luna, directora de procesos de la Acess, explicó que tanto los menores de edad como los adultos podrían acceder a centros de atención estatales, de manera gratuita.
Para eso, primero debían ser sometidos a una evaluación médica y por eso los mayores fueron embarcados en un bus y trasladados a un centro del Ministerio de Salud, de Bastión Popular.
A su llegada, los especialistas recordaron a los consumidores que todo el procedimiento es voluntario y eso fue suficiente para que ellos no escucharan más y se retiraran.
Algunos caminaban rápidamente, otros corrían.
“Ninguno se ha quedado ingresado. Lastimosamente no podemos hospitalizar a nadie en contra de su voluntad”, lamentó el director de la Acess.
PLANEABAN INCENDIO
Uno de los internos comentó que, a causa de la desesperación, se planeaba incendiar un colchón para que los encargados abrieran las puertas para tener una vía de escape.
“Es que la situación era pésima. Desayunábamos agua caliente con unas galletas. Almorzábamos agua caliente con unos montes que, por lo que vemos ahora, han estado hasta podridos, y de merienda sí nos daban una menestra, pero con una cucharada de arroz”, afirmó otro interno.
PAGO
Los familiares de las personas con adicciones pagaban entre 100 y 350 dólares mensuales por
su estadía.