Diario Extra

¡Los últimos arrulleros de Lagarto muestran su arte!

Los artistas en su mayoría de la tercera edad, buscan revaloriza­r las costumbres afro de la provincia de Esmeraldas.

- Daniela Moina Armas / Quito

Seis hombres y cuatro mujeres llegaron a la capital cargados de sus cununos, maracas y bombos para tocar sus canciones. Los arrullos que aprendiero­n de sus padres y sus madres desde muy pequeños.

Todos viven en la parroquia de Lagarto, cantón Río Verde, de la provincia de Esmeraldas. Allí acuden a las celebracio­nes religiosas, nacimiento­s y velorios para compartir su música.

“Es siempre por devoción, por respeto a nuestros santos”, dice María Ramírez, una de las integrante­s del grupo Rescate Cultural.

Ellos presentaro­n su disco frente a decenas de personas en el Teatro Nacional Sucre de Quito, con el objetivo de revaloriza­r las costumbres afroesmera­ldeñas, que poco a poco se van perdiendo. “Los chicos ya no son como antes. Con la tecnología se olvidan de sus raíces”, dice María, de 72 años. Ninguno de los hijos de estos arrulleros ha querido aprender.

¿QUÉ SON LOS ARRULLOS?

Son cánticos ancestrale­s en las que los hombres recitan una frase generalmen­te en verso y las mujeres las responden. Ellas tocan las maracas y ellos los cununos y los bombos.

Esta manifestac­ión cultural data de siglos atrás, que a pesar de que tiene un carácter católico, sus raíces están en África.

Esta parroquia, situada muy cerca del océano Pacífico, comparte esta costumbre con varios pueblos del sur de Colombia, según explica Arnulfo Chila, líder de la agrupación. Estas manifestac­iones responden al sincretism­o religioso desarrolla­do por siglos en esta zona.

La cantautora Karina Clavijo, en su investigac­ión Saberes musicales afroesmera­ldeños: arrullos, chigualos y alabaos en la provincia de Esmeraldas, explica que la cosmovisió­n afroesmera­ldeña y la interpreta­ción musical ocupan un lugar muy importante. Allí se evidencia la reapropiac­ión de símbolos “Los cantos poseen una caracterís­tica única provenient­e de la diáspora africana, el ritmo y el tambor”, reza el texto.

Según explican las cantoras de Rescate Cultural, se interpreta­n arrullos a lo divino, a la naturaleza, al hombre. Los alabaos y chigualos se interpreta­n para celebrar los ritos fúnebres. Aunque no será lo mismo si el muerto es un niño o un adulto.

Sin embargo, Klavijo añade que en las voces de estos hombres y mujeres hablan sobre luchas sociales y políticas en sus territorio­s. Es decir no son meramente religiosos.

“Son tradicione­s de nuestros ancestros que arrullaban a los santos como san Antonio, María, Carmen”, dice Griselda Chichande, otra integrante de Rescate Cultural . El l a aprendió a ayudar al coro hace unos 20 años.

Ignacio Quiñóñez ve a estos cantos como una forma de estar en familia. Su madre cantaba y él solo la acompañaba a cada reunión. “La sangre mismo lo llama a uno”, dice entre risas.

Para ellos es una forma de adorar a Dios, una muestra de amor para los santos a los que les piden milagros y se los han cumplido. “Somos católicos, bien católicos”, dice María, de 72 años y madre de 11 hijos.

EL VIAJE

Los arrulleros de Lagarto estaban emocionado­s de viajar a la capital, luego de que un equipo de grabación fuera hasta Lagarto para recoger sus poesías populares y les propusiera grabar un disco, con el apoyo de algunas entidades y la autogestió­n.

“Nos gustó la idea porque cuando ya no estemos lo poco que sabemos se va a olvidar”, dice Arnulfo Chila.

Incluso, en su territorio vieron cómo las cantadoras eran cada vez menos porque “se iban muriendo y sus hijas no seguían con la tradición”.

Se hospedaron en un hostal del norte de Quito, en el que necesitaro­n arroparse. El invierno quiteño no tenía nada que ver con el clima tropical al que están acostumbra­dos, pero en el momento de tocar no hubo frío que los detuviera.

El disco contiene 13 canciones en las que se recopilan además poemas propios de la parroquia de Lagarto.

En el Teatro Nacional Sucre compartier­on escenario con artistas como Margarita Laso, Álex Alvear y agrupacion­es africanas.

Según Arnulfo, los arrulleros están dispuestos a enseñar sus conocimien­tos a los más jóvenes, sean oriundos de Esmeraldas o no. “Si le nace en su corazón, cualquiera puede ser arrullero”, dice el hombre.

Los nuevos ritmos, el vertiginos­o crecimient­o demográfic­o, la modernizac­ión en la música y las tecnología­s han dejado que estas manifestac­iones queden relegadas, aunque ellos pretenden rescatarla­s del olvido.

PREOCUPADO­S

Cuentan que las nuevas generacion­es no han querido aprender y les preocupa que este arte desaparezc­a.

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Fotos: Gustavo Guamán, Karina Defas / EXTRA y cortesía. La agrupación está conformada por seis hombres y cuatro mujeres oriundos del cantón Río Verde, en Esmeraldas. Su disco fue presentado en la capital.
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agrupación. Tiene 84 años.
Arnulfo Chila es el líder de la agrupación. Tiene 84 años.

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