¡Dormido para siempre!
El conductor pensó que no despertaba cansado del largo viaje, cuando lo movió, estaba rígido, entonces supo que el hombre, de 82 años, había partido.
En el asiento número 9 de un bus interprovincial, que cubría la ruta Loja-Quito, dio su último suspiro de vida Josefino Correa.
El hombre, de 82 años, abordó el transporte en el cantón Cotacocha (Loja) con dirección a la capital, en donde se iba a encontrar con sus familiares.
Para llegar en las primeras horas de la mañana del miércoles a Quito, Correa se subió al bus aproximadamente a las 16:00 del día anterior.
El viaje era muy largo, él se acomodó en el asiento asignado y con ilusión esperaba pisar suelo quiteño, pero especialmente estar junto a los seres queridos que viven en la ‘Carita de Dios’.
Uno de sus hijos estaba enterado de la hora de llegada y se trasladó a la terminal terrestre de Quitumbe, sur de la ciudad, para darle el encuentro.
Tras el largo recorrido por las carreteras de distintas ciudades, el bus llegó a la terminal y se ubicó en el andén asignado, pasadas las 09:00 del miércoles.
Los pasajeros se levantaron de sus asientos y dejaron el automotor, mientras el oficial abría las puertas de los portaequipajes para entregar las maletas a cada uno de los usuarios.
La mayoría de viajeros había descendido, pero don Josefino no aparecía, lo que causó extrañeza en el familiar que lo fue a recibir.
Como el pasajero del asiento nueve no asomaba, el conductor fue a verlo y lo encontró inmóvil. En un primer momento imaginó que se había quedado profundamente dormido. Cuando lo llamó por su nombre y lo topó se llevó tremenda sorpresa. El cuerpo del hombre de avanzada edad estaba rígido. Había muerto. Eso causó consternación en los presentes, quienes comentaban que “uno sabe dónde se nace, pero no dónde se muere”.