Un solo país, pero dos realidades enfrentadas
Un vuelo desde Santa Cruz de la Sierra al aeropuerto de La Paz permite comprobar las dos realidades políticas de Bolivia varios días después de la renuncia del expresidente indígena Evo Morales.
En Santa Cruz, la ciudad celebra con banderas nacionales ondeando la salida de Morales.
Hay un respaldo incondicional al nuevo gobierno nombrado por la senadora conservadora Jeanine Áñez, la expresentadora de televisión oriunda de la misma ciudad y que colocó políticos de su confianza en el nuevo gabinete boliviano.
Esto explica el diario La Vanguardia, de Barcelona (España).
BASTIÓN DE MORALES
Pero en la ciudad de El Alto, de casi un millón de habitantes, se respira miedo y rabia.
Cientos de indígenas han asistido a los mítines convocados en la ciudad que hace veinte años era una barriada de infraviviendas de La Paz y ahora es un municipio con su propia arquitectura.
“Esta señora no quiere a los campesinos; toda la gente en su gobierno tiene la cara blanca”, dijo una aimara que asistía a un mitin en el centro El Alto refiriéndose a los 11 ministros que integran el nuevo gobierno interino.
Recientemente, miles de hombres aimara con camisetas en apoyo Morales y mujeres vestidas con polleras y sombreros de alpaca prensada bajaron hacia la plaza Murillo, en el centro de la capital, donde se encuentra el palacio presidencial.
Denunciaban un supuesto golpe de Estado y la represión a manos de la policía. Las marchas que se celebran cada tarde constituyen una protesta y un intento por corregir la exclusión de esta comunidad, tan importante para la coalición política de Morales, en la coyuntura actual y la transición hacia elecciones en dos meses. Todo apunta a que la marcha de los campesinos pro Morales se enfrentará, una vez más, con los policías antidisturbios en el centro.