“¡Mi dolor es eterno!”
Hay una condena, pero el caso no se ha cerrado. Los restos de July no aparecen y la mamá pide una reparación integral.
Paz. De eso Elizabeth Rodríguez casi no habla. No la ha sentido desde el sábado 7 julio de 2012, cuando su hija Juliana Campoverde desapareció en Quito. Y aunque ya hay una condena –un responsable–, nada ni nadie le devolverá su tranquilidad hasta que July aparezca; mientras, sentencia: “¡Mi dolor es eterno!”.
Ayer, en el Día Internacional de los Derechos Humanos, la madre reunió a un grupo de personas en la Plaza Grande, rodeada de poderes como la Presidencia, la Catedral y el Municipio de Quito.
Había un solo propósito: tomarse este icónico lugar –de luchas y reclamos– para recordar a July. A esa joven, de 19 años, a quien le arrebataron sus sueños, a esa hija que hoy solo pueden ver a través de sus fotografías.
Que Jonathan Carrillo, pastor de la iglesia a la que asistía Juliana, haya recibido una condena de 25 años por su desaparición, no significa que el caso esté cerrado. El sospechoso confesó el sitio en el que enterró el cuerpo. Una quebrada de Bellavista. Lamentablemente July allí no apareció.
Elizabeth, con una camiseta blanca con la imagen de su hija, comentó que aún quedan por conocerse las medidas de reparación integral que han pedido, como, por ejemplo, que las búsquedas de los restos no cesen, un cierre definitivo de la iglesia, y que los 10 fiscales que tuvieron el caso en sus manos sean investigados y sancionados.
No parará. Y no es una advertencia. Es lo que va a suceder. La madre no está dispuesta a dejarse vencer. Quizás sea ella quien tome la posta de los padres Restrepo, quienes nunca bajaron los brazos por la desaparición de sus dos hijos. Por eso todos los martes –todos– estará allí, en la Plaza Grande, recordando a su July. Es obligación del Estado buscar a mi hija... mientras, yo no puedo estar tranquila, no puedo tener paz”.
ELIZABETH RODRÍGUEZ