ENCIENDE UNALUZ con su esperanza
Pese a las difíciles pruebas que ha enfrentado la joven luego de que le extirparan el seno derecho, decidió dejar de lado los temores.
Ese 2018 había sido un año difícil para Andrea Sáenz. Pero ni si quiera el cáncer que le arrebató el seno derecho, pudo robarle la sonrisa ese diciembre. “Fue muy duro, pero con la familia pude salir adelante”, rememora hoy, a casi un año de esa Navidad de exámenes, quimioterapias y tratamientos médicos.
Habían pasado apenas ocho meses del diagnóstico, cuando la mujer, de 28 años, se propuso dejar atrás los temores para disfrutar de los suyos durante las fiestas. “Olvidé lo que había pasado para disfrutar de la familia. Fue bonito. Vinieron mis abuelitos de Tulcán y pasamos todos juntos”, describe.
Este año, una luminosa Navidad aparece nuevamente en sus planes. Al momento, de ese temible cáncer ya no hay rastro, aun así debe hacerse controles periódicos para verificar el estado de su cuerpo y en menos de cinco años, Andre –como la llaman de cariño– le habrá desterrado a dicha enfermedad de su cuerpo.
La joven, quien es maestra de niños de cuarto grado, se sincera con EXTRA y confiesa que la Navidad es una de sus épocas favoritas. Es ella quien arma el árbol, coloca los adornos y decora los espacios de su casa, pero este año no pudo hacerlo con tiempo.
Dos semanas antes de la celebración, Andre fue intervenida de emergencia porque un quiste en su útero se reventó.
Los días siguientes, la casa de sus padres se convirtió nuevamente en su hogar hasta que se recupera. Aunque allí la llenan de mimos ansía volver a su departamento, junto a su esposo, para montar su decoración navideña. “Ya había sacado los adornos, pero se presentó lo de la cirugía”, cuenta.
LOS REGALOS
Unas botas largas hasta las rodillas le han ‘hecho ojitos’ en los últimos días. Planeaba comprárselas para Navidad, pero por su salud, el objetivo fue descartado. “En el lado emocional, solo quisiera darle a mi familia un viaje en el que estemos todos juntos, lejos de la tecnología, del ruido”.
Antes de la operación, Andrea tenía la idea de ir a Guayaquil para recorrer la calle 6 de Marzo en la que se exponen los monigotes de fin de año. Sin embargo, por el momento no puede hacer un viaje tan largo, así que su posible destino será Ambato. Respecto a la noche del 24, fecha en la que también llegan sus abuelitos de Tulcán, la familia se reúne para darles la bienvenida, pero la comida navideña la harán el 25 en casa de una tía materna. “Nos reímos, conversamos, son momentos muy bonitos”, dice.
Otro regalo que la ha llenado de fuerza son las tarjetitas que le envían sus alumnos. Incluso le han grabado vídeos con mensajes positivos para que se recupere pronto.
Fue recién desde este año lectivo en el que Sáenz pudo reincorporarse a las aulas. El cáncer afectó tanto su vida que durante el tratamiento laboró en otra área.
“Al entender la realidad de las personas con cáncer lo que quiero es estudiar belleza. Sé lo importante que es que una persona se sienta bien consigo misma y con la enfermedad se caen las cejas, las pestañas, el cabello. Saber maquillarse disimula muy bien esas cuestiones”, recalca.