Diario Extra

Mauricio Altamirano Presentado­r de TC

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“Pido a gritos que termine Navidad”

El presentado­r Mauricio Altamirano, más conocido como el Cuy, nunca tuvo una Navidad en familia. Sus ganas de comprar un árbol y esperar con ansias los regalos se empañaron por la separación de sus padres cuando tenía tres años.

Perdió la costumbre de adornar su casa y colocar luces, pues para él es una fecha que desea ver pasar rápido.

Ha bloqueado aquellos recuerdos de su niñez, los cuales provocaron más de una lágrima. Reprimir los momentos de tristeza es su remedio ante el dolor.

“Suelo reprimir muchas cosas de mi infancia, quizá porque no eran buenas. No solo olvido las navidades, sino la mayoría de recuerdos de mi infancia, incluyendo el día de la madre y del padre.

Nunca olvidará aquel 1991. “Estuve ‘rodando’ por la Costa, Sierra y Oriente. Vivía con mis tías y cuando las cosas no iban bien, mi abuela me iba a rescatar. Sé que estuve en muchas partes y en distintas casas”, dijo el reportero de farándula de 30 años.

Su madre vivía en Macha la y su papá, quienes un policía jubilado, residía en el Oriente. Razón por la que pasaba las fiestas de diciembre con sus primos, hasta que crecieron y todos contrajero­n matrimonio, menos él.

“No me desesperab­a por festejar la Navidad, al contrario, me entristecí­a mucho. Solía pasar con mis primos, pero ya cada uno tiene su familia y yo estaría de ‘colado’, por eso ahora trato de ir a la casa de mis amigos”.

Recordó aquel deseo de Navidad que pedía casi todos los años de su infancia y que ahora denomina como egoísta, “cuando estaba muy triste le pedía a Dios de rodillas y llorando que el tiempo retrocedie­ra a 1991 y que mis papás nunca se hayan divorciado. Cuando despertaba no quería quitarme la cobija porque si lo hacía volvería a la dura realidad. Luego comprendí que era algo egoísta porque gracias a eso tengo siete hermanos en los distintos compromiso­s de mis padres”.

Actualment­e está consiente del dolor que le causó no poder vivir como todos los niños de su edad. El único objetivo que ronda la cabeza de Mauricio es evitar que cuando tenga un hijo pase la misma experienci­a. Admite que para grabar vídeos navideños de televisión ha tenido que recurrir a fingir alegría ,“me siento hipócrita, el Cuy es el personaje de televisión que tiene que ser feliz, pero Mauricio es otro que pide a gritos pide que terminé la Navidad”.

Ahora su deseo es poder tener el valor de algún día decirles a sus padre sala cara todo lo que pasó.

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