Diario Extra

¡Entierran alimentos para retribuir a la Pachamama!

Con un ritual, indígenas kichwas agradecen a la madre naturaleza por la abundancia de las plantas. Cada 21 de diciembre se da el nacimiento del sol como el inicio de un nuevo ciclo.

- Ibarra, Imbabura (MR-ND)

Son las 12:00 y el sol arde. Hombres y mujeres forman un círculo, mientras María Guerrero, de 39 años, agradece al Pachakamak, Dios o creador de la Tierra, por la abundancia de las plantas. Luego toma un pedazo de pollo cocinado a leña y lo entierra debajo de un altar sagrado.

María Guerrero es la maestra de ceremonia del Kapak Raymi, Fiesta Grande o Solsticio de Invierno que los pueblos indígenas celebran cada 21 de diciembre, por el nacimiento del sol como el inicio de un nuevo ciclo.

Guerrero es oriunda de la parroquia San Pablo, vecino cantón de Otavalo, provincia de Imbabura, y explica que en la naturaleza es el tiempo de transición de una semilla a una planta, pero si se habla de una persona, en cambio, pasa de ser adolescent­e a joven y cumple nuevos roles en las familias.

Para celebrarlo, en el Kurikancha, que significa Plaza de la Vida, ubicada en el barrio Ejido de Ibarra, las mujeres de los pueblos kichwas Karanki, Otavalo y Cotacachi, crearon un altar a base de hojas y flores. Encima colocaron frutas como manzanas, mandarinas, naranjas, además de aguacates, remolachas, y también pollo cocinado.

Todo sirve para enterrarlo en el corazón de la Pachamama o Madre Tierra que esta sobre la Chakana, el símbolo más importante de la cultura andina desde la época incaica y que es el vínculo entre el hombre-naturaleza.

El entierro de los alimentos es una manera de retribuir a la Tierra por los favores recibidos en los anteriores meses. “Gracias a Pachakamak existimos y vivimos. Él nos da al sol, nos presta el suelo donde caminanos y comemos, nos refresca con la lluvia y nos quita todos los problemas”, dijo Guerrero.

“Nosotros no valoramos a la Madre Tierra y solo le exigimos que nos dé, pero jamás le agradecemo­s y esta es una manera de hacerlo”; comentó Olga Carlosama de la comuna de San Clemente de Karanki.

Luzmila Vásquez, coordinado­ra de la Kuricancha, en cambio aseguró que también se hace un cambio de autoridade­s en las comunas y es un tiempo de encuentro, por eso la palabra Navidad no existe para el indígena, debido a que fue impuesta por los colonizado­res.

“Para el mundo andino no hay Navidad. Para nosotros es compartir lo poco o mucho que tenemos. No estamos en ese mundo de consumo ”, dijo.

El Kapak Raymi gira alrededor de la chacha, huertos y fértiles terrenos. “El maíz dejó de ser pequeño y está robusto. Está próximo a soltar la flor”, señaló la mujer. Para Olga Carlosama todas las personas son los cuatro elementos de la naturaleza, como el agua, fuego, tierra y viento.

La ceremonia se realizó en La Plaza de la Vida que está construida en un círculo y que significa comunidad. Se tomó el modelo del Qhapaq Ñan, Camino del Sol, pues se debía definir donde caía la sombra del sol.

En medio del círculo está la chakana, que tiene la forma de escaleras por los cuatro lados y es el ordenador de la vida.

La parte baja son los antepasado­s. El centro está el presente y la parte superior es el cielo. Los incas usaban esa figura geométrica en temas religiosos, filosófico­s y matemático­s.

En ese espacio, María Guerrero, además, sopló humo de palo santo a hombres y mujeres que se colocaron en círculo, para purificarl­os, y luego se les lavó las manos con agua y pétalos de rosas para liberarlos de las malas energías.

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Fotos: Maribel Rojas / EXTRA La ceremonia se realizó en la Plaza de la Vida, en el cantón Ibarra.

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