Quiere ver a su mamá antes de ‘cerrar los ojos’
Recién hace 5 meses conoció a una de sus hermanas. Ella vive por el sector de la cooperativa La Delia, en Durán.
Ver a su mamá es lo que más desea Edith Martina Angulo Ortiz, de 52 años. La mujer, colombiana de nacimiento, asegura que cuando tenía 4 años su padre la separó de su progenitora por problemas entre ellos.
A ella solo le han dicho que su madre vivía cerca al río Mira, en San Andrés de Tumaco, Colombia. “Lo único que me han dicho es dónde vivía y que su nombre es Juana Prado. A la fecha no sé si está viva o ya descansa en paz, pero quiero ver a mi mamá antes de cerrar mis ojos”, pide Edith, quien es una mujer trabajadora y el pilar fundamental de su casa.
La señora vive en el solar 21 de la manzana E1, en la cooperativa La Delia, del cantón Durán de la provincia del Guayas, en una humilde casa de caña, junto a sus dos hijas y su nieta de 5 años.
“El terreno es grande y antes estaba bien abajo, yo con mis propias manos he tenido que rellenarlo, los conductores de las volquetas me venden cascajo para rellenar”, cuenta la mujer que con una pala y una carreta poco a poco va compactando la tierra.
Narra que tampoco ve a su papá desde hace muchos años, solo sabe que vive en Cali, Colombia.
“Cuando le preguntaba a mi papá sobre mi madre, se molestaba y no me decía nada. Él fue el que me separó de mi mamá y me entregó a mi abuela paterna que vivía en San Lorenzo, Ecuador. Ella murió y luego me entregaron a una tía con quien viví en Guayaquil por muchos años hasta que me hice de compromiso”, relata la mujer, quien tiene 5 hijos, la menor de 16 años.
Cuenta que recién hace 5 meses pudo conocer a otro familiar de ella: una hermana de parte de padre, quien llegó a vivir cerca de Edith porque el papá le había comentado que tenía una hermana en Ecuador.
“Ella y su hijo son mis únicos familiares cercanos, por eso quiero conocer al resto de la familia. Es lo que más anhelo”, implora.
ES PADRE Y MADRE
Por cosas del destino, la extranjera se tuvo que separar del padre de sus hijos y por ello es padre y madre de las dos últimas que viven con ella.
“Tuve cinco hijos, tres mayores ya son casados y viven en otras casas con sus compromisos; hay una mayor de edad y otra, de 16 años, que viven conmigo. Es verdad que cobro el bono, pero eso no alcanza, por ello trabajo como recicladora y me gano 25 dólares cada 3 meses”, narra.
Deja en claro que el padre de sus hijas sí las visita de vez en cuando y que la ayuda con algo, pero no alcanza para mucho.
La mujer vendía bollos y otros alimentos sobre pedidos, pero dejó de hacerlo porque ya no le alcanzaba el dinero para invertir en los ingredientes. “Había personas que pedían y no pagaban, eso también hizo que me decepcione”, indica la mujer que tiene sus manos y pies rasposos de tanto trabajo en la tierra.
ENFERMEDADES
Pero no solo la situación económica complica a esta madre de familia, sino también las enfermedades que tiene su hija de 16 años, un soplo en el corazón y una anomalía congénita en sus partes íntimas.
“Desde que mi hija era pequeña le pusieron una válvula por su problema cardiaco. El 20 de febrero de 2020 tendrá su última cita médica con el pediatra, me dijeron que luego debo de buscar cita ya con especialistas de la edad acorde de ella, y la verdad no sé adónde me mandarán”, refiere Edith, quien también sufre de problemas al corazón, pero no se hace tratar porque para ella primero está la salud de su hija.