Diario Extra

A FAMILIA SEPULTADA DENTRO DE AUTO EN ALUD ¡HASTA EL PERRO LOS LLORA!

El papá, Segundo Juan Daquilema, no supera la pena que le deja la muerte de sus seres queridos. “Nunca imaginé siquiera que tendría que ser yo quien los deje en el cementerio”, afirmó.

- Riobamba, Chimborazo

Allegados no tenían cómo enterrarlo­s.

Autoridade­s facilitaro­n tumbas.

Animalito quedó abandonado en la casa de los fallecidos.

“Nunca pensé verlos así”, dijo el abuelo observando los féretros. ¡TODO AL DETALLE!

La trágica desaparici­ón de toda la familia Daquilema Daquilema duele en lo más profundo del alma a los familiares, vecinos y amigos.

Todos lloran la pérdida de Patricio (padre), Blanca (mamá), Gabriela Marisol (hija), Julio Gabriel (hijo) y Marcia (tía).

Ellos perecieron dentro del auto que acababan de comprar con mucho esfuerzo. Un deslizamie­nto cuando retornaban desde Baños de Agua Santa, provincia de Tungurahua, los sepultó dentro del coche. Los Daquilema hoy serán enterrados en el cementerio de Licán, Riobamba.

Los féretros fueron entregados con el respaldo de la Junta Parroquial de Licán que se hizo cargo de la deuda.

Una caravana trasladó ayer los cuerpos hasta el barrio Lucerito, ubicado en la parte más alejada de la parroquia Licán, carretera hacia Gatazo.

DRAMA

En un patio de tierra, en la vivienda de los padres de Blanca Daquilema, se colocaron varias carpas prestadas por institucio­nes públicas.

Allí estaban tres féretros cafés y dos blancos con los cuerpos de los familiares muertos en el deslave.

Las tapas de los ataúdes estaban abiertas y la gente que llegaba los observaba y lloraban.

El llanto y las lamentacio­nes eran las constantes. La cruel muerte de toda esa familia dejaba a la población penando en vida.

“Nunca pensé verles así en esas cajas a mis hijas, a mis nietitos... ¡nunca imaginé siquiera que tendría que ser yo quien les deje en el cementerio!”, dijo bañado en lágrimas y preso del dolor, el papá de Blanca y Marcia, Segundo Juan Daquilema.

De vez en cuando, con una manguera, un muchacho regaba el piso para que no se levantara la tierra.

En un fogón, en otra habitación, varios familiares preparaban una olla de café para compartir con la gente que llegaba hasta la humilde vivienda.

Uno de hermanos de las fallecidas dijo: “Éramos bien unidos, entre todos nos colaborába­mos para seguir adelante, siempre estaban pendientes de todos nosotros, qué injusta es la vida”. Esta afirmación la hacía mientras observaba una fotografía de la familia en su teléfono inteligent­e.

“Es la que se tomaron en Riobamba con las luces de Navidad del parque Sucre, qué contentos estaban los guaguas”, añadió con la voz entrecorta­da.

Cerca de las 19:00 del miércoles llegaron los compañeros de la escuela en la que Gabriel cursaba el tercer año de educación básica; sus miradas denotaban asombro y tristeza.

Entre los asistentes se encontraba Elsa Colcha, madrina de confirmaci­ón de Patricio. Lo recuerda como un hombre ejemplar y humilde que, pese a solo haber cursado la escuela, salió adelante con mucho trabajo.

“Me duele mucho, me sentía muy orgullosa de verlo cómo se superó, aprendió el negocio del ganado con mi familia y poco a poco se fue abriendo camino solo, fue haciéndose de sus cositas para su familia, eran tan unidos, siempre preocupado no solo por su esposa e hijitos, sino por sus cuñados y sus suegros”, señaló la acongojada mujer.

“Se nos adelantaro­n, nada más, algún rato a uno también le tocará. Ahora están juntos con sus angelitos”, acotó.

VIVIENDA SOLA

Unos metros más arriba se encuentra la vivienda de la desapareci­da familia.

Allí solo queda Loba, la perrita de la familia que corre a recibir a quienes se acercan, parece ser, como esperando ver a si los amos aparecen. Jamás volverán...

En la ventana todavía está el pequeño árbol de Navidad acompañado de las imágenes de la Virgen Inmaculada y del Niño Jesús. Los finados las tenían allí como reflejo de su fe.

Luz, otra hermana de Blanca y una prima, abrieron la puerta principal de la casa. Allí están sus cosas tal y como las dejaron el día que emprendier­on su último viaje.

Sobre la mesa del comedor están los cuadernos en los que escribía Gabriel y una prueba de Len

guaje elaborada por él. En el piso, los pequeños zapatos rosados de la bebé y, por lo demás, ropa regada.

“Aquí vivían, todo está como esa mañana”, dijo Luz mientras abrazaba una chompa negra. “Tenían sembrado un poco de choclo y unas papas”, añadió con tristeza la hermana.

Los familiares todavía no quieren pensar en el destino que darán a esos enseres.

Solo recuerdan las últimas conversaci­ones con Marcia, la hermana de 15 años que terminó con un abrazo de despedida. Ni si imaginaba que jamás volvería a verla.

El presidente de la Junta Parroquial de Licán, Diego León, indicó

que apoyan con todo su esfuerzo a la familia en esta tragedia.

“Hicimos el llamado para que la gente colabore, los presidente­s de todos los barrios están realizando una colecta voluntaria, otros les llevan comida”, dijo una de las fuentes.

Lo cierto es que gracias a la solidarida­d de los vecinos y al apoyo de las autoridade­s se asignaron cinco lugares en el cementerio parroquial sin ningún costo para la familia.

Algo que agradecen, pues son gente de escasos recursos económicos que no tenían cómo darles un entierro digno. Paz en la tumba de los Daquilema Daquilema y de la tía.

DATO

Las autoridade­s calificaro­n la tragedia como accidente de tránsito para poder indemnizar a los familiares.

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Segundo Juan Daquilema está profundame­nte consternad­o por estas muertes.
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Velorio de los Daquilema.

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