¿Sin ‘chamba’? ¡Emprende!
Expertos indican los consejos y errores a evitar a la hora de conseguir ‘camello’. Pero hay personas que con un emprendimiento dieron sentido a su vida.
Historia 1... La robótica le encanta al joven guayaquileño DannyVera Jara (27 años). Por eso estudió en un colegio técnico y quiso especializarse en electrónica, pero le negaron la matrícula por malas notas. Con el paso de los años, ese revés fue lo mejor que le pasó. Ahora hace lo que le apasiona y da trabajo a nueve personas más. ¡Emprender fue lo suyo!
“No fui un buen estudiante. Por eso digo que el éxito académico no tiene nada que ver con el éxito en la vida”, reflexiona el joven mientras se mece en una silla de tipo ejecutiva con ruedas, en la oficina de su empresa, en un complejo de compañías en el norte de Guayaquil.
La frase de Vera toma peso al analizar las estadísticas de trabajo difundidas por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC). Mientras entre diciembre de 2018 y diciembre de 2019, 115.788 personas dejaron de tener un empleo pleno, Danny pasó de la ruina a formar su propia empresa... o más bien, a reabrirla. Un vaivén que ha vivido dos veces.
A sus 14 años, Danny tuvo que cambiarse de colegio por su bajo rendimiento académico. En otro plantel estudió arte. Luego, en la universidad, se graduó de Ingeniero en diseño gráfico.
Siempre le gustó dibujar y la música, pero ambas cosas eran un pasatiempo. Trabajó en varios oficios, entre ellos como vendedor de insumos químicos durante tres meses. Una retada de su jefe le expandió el horizonte. Renunció.
“Un día trabajé mucho, pero no me fue bien con las ventas. Me esforcé consiguiendo clientes con un solazo, caminando con un bolso pesado. Llegué a la empresa y mi jefe me dijo que no era posible que no vendiera. Del coraje se me salió una lágrima”, cuenta.
Al siguiente día dijo “chao”. Tiempo después probó suerte con su talento para dibujar y ofertó clases para enseñar aquella destreza. ¡Un éxito!
Su primera clienta lo recomendó a sus conocidos y ya daba clases a varias personas.
EL DATO
A diciembre de 2019, el 3,8% de la población económicamente activa estuvo buscando trabajo.
El éxito lo hizo pensar en grande. Juntó a varios amigos que sabían matemáticas, música e idiomas y armó una pequeña compañía dedicada a la capacitación personalizada.
Apoyados del internet, Vera y sus ‘panas’ se hicieron conocidos y ganaron más clientes. Hasta alquilaron una oficina. El muchacho quiso expandirse e invirtió tres ‘lucas’ en publicidad puerta a puerta en urbanizaciones. Pero las hojas volantes eran dejadas en casas en que los propietarios no estaban y la estrategia no funcionó. Con deudas encima tuvo que cerrar.
“Iba a hacer lo posible para no trabajar para otros y fui por todo el país dando clases de dibujo hiperrealista”, recuerda. Con el dinero ganado volvió a reunir a capacitadores y otra vez montó su empresa a fines de 2017.
2018 fue un año entero de ‘vacas gordas’. O casi...
En diciembre tuvo que pagar décimos y no hubo muchos clientes. La cosa mejoró muy poco en los dos primeros meses del otro año (2019) y al tener que pagar décimos nuevamente en marzo tuvo otra crisis que estalló en mayo con un nuevo cierre.
Vera vivió una dura etapa. De eso no le cabe la menor duda. Hasta trabajó de taxista ejecutivo, pero seguía dando clases. Casi no dormía. Y con el apoyo de sus padres y el dinero que pudo ahorrar tiene hoy nuevamente su empresa. Dicta cursos de dibujo y de cómo hacer tatuajes.
HISTORIA 2
Flavio Murillo, de 58 años, es parte del 17.8% de subempleados registrados en el país hasta diciembre de 2019, año en que 117.259 personas más se sumaron a esta categoría en relación a 2018.
El hombre es uno de los tantos ciudadanos que ofrece sus servicios como albañil y gasfitero en las calles Antepara y Luque. Lleva 36 años en ese son. Dice que hasta hace unos cuatro años aún había algo de trabajo y la gente llegaba a buscarlo. En un mes cualquiera podía ganar hasta unos 300 dólares; un contraste con los 100 que actualmente logra ahora.
“En Navidad y fin de año no hubo nada con la familia. Tocó mirar a otros cómo comían. Por ahí comimos unos pancitos”, revela tristemente el señor.
“Hay días en que toca pedir cinco centavos para regresar a la casa y qué tristeza llegar sin un pan”, se lamenta.
Un compañero de labores de Murillo comenta que antes llegaban gerentes de empresas camaroneras a llevarlos para trabajar. O encargados de construcciones los iban a ver para que realicen una obra. Trabajos que duraban hasta 6 meses.
En esa tradicional esquina porteña, las canas y los anhelos de prosperidad abundan, pero el dinero es un extraño visitante.
Es difícil tener éxito académico, laboral y empresarial si no se tienen habilidades de comunicación. Hay que aprender aquello para mejorar en todo aspecto”.
DANNY VERA
ingeniero y empresario
A veces prefieren contratar a personas extranjeras porque les pagan poco y no les importa ganar menos”.
FLAVIO MURILLO
albañil y gasfitero