Diario Extra

“¡QUISE MATAR A MI PADRE!”

La expresenta­dora cuenta con pelos y señales el lado oscuro de su vida.

- Reinaldo Vásquez, Guayaquil

“El día que mi padre me quiso quitar las drogas de mis manos lo quise matar”, así comentó a EXTRAAlexa­ndra Rodríguez, Nebraska Caputi, quien revela en exclusiva su primera vez en el infierno de las drogas.

“Todo empezó cuando tenía 17 años y estaba en el colegio. En aquel entonces, el padre de mi hijo, quien tenía 35 años y era gerente de una empresa, me enamoró.

Lo quise con mi vida y se casó conmigo. Cual niña de casa contraje nupcias de velo y corona por lo civil”, comentó.

Al poco tiempo una amiga la llama para contarle que su esposo estaba en un local comercial con una mujer que decía ser su esposa.

“Al investigar me di cuenta que había contratado a un juez falso para casarse conmigo y mi mundo se derrumbó”, manifestó.

COMENZÓ CON COCA

“Ese día bebí y me emborraché. Estaba con una amiga y le dije que así no podía ir a mi casa porque mi papá no podía verme con tragos”.

Fue entonces que la invitó al baño y sacó una fundita con polvo blanco.

“Ella se puso un poco en la uña y me dijo que inhale. La soplé y boté todo, y me dijo ‘estúpida no la botes que esto es caro y riquísimo’”.

Entonces la exreporter­a dijo que su amiga hizo un rollito con un billete y por allí aspiró.

“Lo que sentí fue algo indescript­ible, estaba casi en el limbo. Mi amiga me regaló dos funditas y me fui a mi casa”, recordó.

NO LA PUDO DEJAR

Luego comenzó a drogarse en su casa escondida de sus padres y hermanos.

“Una tarde mientras almorzábam­os en familia y estaba con coca les dije a todos que en la casa había marcianos y que nos querían llevar”.

El papá pensó que estaba enloquecie­ndo y nadie entendía nada hasta que la empleada que se llamaba María dijo “La niña Alexandra está drogada”.

“Fue entonces que mi papá me quiso quitar la droga que tenía en mis manos y no lo dejaba, al punto de que me torció un dedo. Cuando me quitó la droga lo quise matar”, dijo Caputi.

INTERNADA

Lo primero que hizo su padre fue internarla en una clínica de la ciudad.

“Allí estuve dos meses, se gastó mucho dinero y fue entonces que me enviaron a la clínica de rehabilita­ción donde conocí a mi segunda pareja”.

DE NO CREER

No se pierda mañana una tercera entrega: “Lesbianas en la cárcel de mujeres, “Probé de todo, menos la H”.

Así opina

La primera droga que probé fue la coca. Una amiga me la dio para que se me fuera la borrachera”.

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Foto Juan Fausto
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Nebraska bajo los efectos de sustancias sujetas a fiscalizac­ión.

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