¡CARGAN CON LA MUERTE!
EN QUITO, EEMPLEADOS DE FUNERARIAS CUENTAN SU DÍA A DÍA
✓ Tras despedirse de sus familias, esperan la llamada para recoger fallecidos por coronavirus.
✓ Tienen miedo, pero es su trabajo.
Centro Histórico de Quito. 14:00 del 8 de mayo. Juan Carlos Díaz y su compañero recibieron una llamada. Les explicaban que un hombre, de 76 años, había muerto en el centro de salud N°1 de la calle Rocafuerte. Se trataba de una víctima del COVID-19.
Díaz es miembro de la funeraria Memorial, encargada de llevarse a fallecidos por el virus o con sospecha. Los recogen de la calle, de domicilios, de hospitales. Esa ocasión, los restos yacían dentro del área de triaje de la casa asistencial.
El trabajador y su colega se alistaron una vez que la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs-EP) les confirmó el caso. “Cuando voy a estos levantamientos, lo hago pensando en mi familia. Siempre me encomiendo a Dios”.
Durante nueve años ha tenido contacto con fallecidos. Ahora es la primera vez que tiene temor de un contagio. Por eso, la empresa les entregó todo el equipo de bioseguridad para su labor.
“Vamos bien equipados. También fuimos capacitados para el manejo de cadáveres”, confiesa. Comenzó como guardia de seguridad. Con el tiempo, ascendió a asesor comercial.
Siempre se ha conmovido con las historias de los fallecidos. El día que levantó el cuerpo del centro médico, le afectó mirar a la familia del paciente llorando afuera del edificio. Pero no flaquea en su labor.
Algo similar siente Paúl Cadena, su compañero. Él está en la empresa cinco años y tuvo un inicio similar como celador.
Antes de salir de casa, junto a su esposa levantan una plegaria al Divino Niño, del cual son muy creyentes. La rutina es parecida a la de su colega, ya que debe estrictamente ponerse la mascarilla, los guantes, el traje antifluidos y un visor.
Él cuenta a EXTRA sobre uno de los últimos casos a los que asistió. Se trató de una mujer, de 82 años, muerta por COVID-19. La familia se contactó con ellos para la cremación gratuita que ofrece la funeraria.
“Fue triste ver a las hijas llorando. Las nietas de la señora también estaban muy apenadas”, comenta. Cadena es asesor comercial y debido a la pandemia también colabora en los levantamientos.
El deceso de aquella mujer se produjo en Calderón, norte de Quito. A su arribo, la hallaron sobre una cama. El trabajador explica que para comenzar con el embalaje se pide a los parientes que salgan.
“Lo primero que hacemos es desinfectar toda el área. Luego se envuelve al cuerpo y se lo mete en fundas herméticas”, precisa. Aunque hubo una ocasión en la que los seres queridos pidieron preparar a su muertito.
Sucedió en La Colmena, centro de Quito. Según Cadena, los allegados a la víctima se encargaron de la ‘preparación’ de los restos. “Nos dijeron: ‘Nosotros ya estamos contagiados, no queremos que eso les pase’”, cuenta como anécdota.
Los turnos varían. Hay ocasiones en las que Cadena tiene que cubrir la guardia nocturna, mientras que Díaz lo hace en la mañana.
Una vez culminada la jornada, los trabajadores son llevados a sus domicilios en un recorrido. Las medidas de bioseguridad son estrictas antes de ingresar a sus casas.
Toda la ropa y equipo de protección van a una funda, se lavan y se desinfectan. Cuando eso termina pueden nuevamente abrazarse con su familia al final del día.
INFORMACIÓN
Los levantamientos extrahospitalarios en Quito sumaron un total de 16, desde el 4 de abril al 11 de mayo, según Emgirs-EP.
El tiempo de levantamiento no debe sobrepasar las dos horas y media a tres horas”. Soy humano y siempre me dolerá ver por lo que están pasando otras personas”.