VOLVIMOS... ¡AL RELAJO!
✓ En el centro porteño la gente olvidó el distanciamiento. ✓ Otros dejaron las mascarillas en casa. ✓ Quienes salieron de sus hogares por primera vez en dos meses lo hicieron con temor a contagiarse.
La multitud que ayer por la mañana estaba encolumnada para entrar al Parque California sorprendió a Virginia Arteaga. La mujer salió de su casa por primera vez desde la emergencia sanitaria y se puso nerviosa al ver a la muchedumbre.
Otras zonas de Guayaquil lucieron igual de concurridas en el primer día de vigencia del semáforo sanitario amarillo, como pasaba antes de la emergencia sanitaria. La ciudad bien podría ser llamada la ‘La verde-amarela’, como la selección brasileña de fútbol, porque tomó un tinte verde-amarillo.
Por tal situación y por una condición personal, Virginia no quería salir. “Tengo dos semanas de haber dado a luz por cesárea”, contó temerosa. Sin embargo, debía retirar una tarjeta bancaria para sacar ‘billete’, pues anda algo ‘chira’.
La fémina llegó al sitio del norte de la urbe a las 08:30, pero a esa hora ya habían repartido tickets de atención al público en la entidad financiera a la que se dirigía. Por lo tanto, no pudo realizar el trámite.
Dijo que regresaría hoy más temprano para ver si alcanzaba un turno. Por su reciente parto no quisiera estar en esas andanzas, entre tantos ciudadanos que no respetaban la distancia entre sí, como le tocó ver ayer.
A metros de ella, intentando alejarse del gentío, Juan Aguayo vendía granizados en su triciclo. “Vine a ver si gano algo, ya que las escuelas están cerradas, y ahí es donde me ponía antes”, comentó.
Expresó saber que se expone estando cerca de tantas personas, pero para él es más importante ganarse algo para comprar la ‘jama’ diaria.
Esa misma necesidad fue la que impulsó a una artesana a dirigirse a un almacén donde venden telas, para comprar material para elaborar las mascarillas cosidas que fabrica.
Antes de ingresar al negocio, ubicado en las calles 10 de Agosto y 6 de Marzo, le rociaron una sustancia para desinfectar sus zapatos. También le echaron gel antiséptico en las manos y le midieron la temperatura con una máquina en forma de pistola.
Detrás de ella, demás interesados clientes hacían cola para entrar. Cada dos o tres minutos un empleado del lugar salía a la acera a pedirles que se mantengan alejados. Unos le obedecían y otros no.
Fuera de las cadenas comerciales de electrodomésticos de la avenida 9 de Octubreocurrió lo mismo: nadie permanecía a dos metros de distancia, como sugiere el COE nacional.
La Bahía, el ‘corazón’ de la compra-venta ‘guayaca’, fue visitada en gran cantidad. A pesar de ello, muchos locales estaban cerrados. El popular reducto aún está a media ‘llave’.
En muchas zonas, la concurrencia fue la de un día cualquiera antes de la pandemia. En el casco central, muchos hacían filas para ingresar a locales comerciales, pero sin distanciarse unos de otros.