¡De la cocina a la cancha!
Ana Paula Rosero, jugadora de Aucas, dejó su empleo en un restaurante para dedicarse de lleno al fútbol. Por la pandemia, todavía no ha logrado debutar en la categoría de ascenso con Papá.
Dejó su trabajo como ayudante de cocina en un restaurante para dedicarse de lleno al fútbol. Ana Paula Rosero, volante externa de Aucas, llegó a un acuerdo con su familia para recibir el apoyo económico necesario para que ella pudiera seguir su sueño.
Papá descendió a la categoría amateur del fútbol femenino el año pasado y, al ya no estar en la sección profesional, no mantiene obligaciones económicas con sus jugadoras, según indica el reglamento. El torneo debía empezar en abril, pero la pandemia dejó a las 25 jugadoras de Aucas con las ganas de lucir sus uniformes para este año.
Así que Rosero, de 22 años, ahora entrena en casa, como hacen todos los deportistas para sortear la falta de ejercicio por el aislamiento. Reside en Quito con su padre y su hermana. El apoyo económico de sus seres queridos consistía en que ella se quedaría sin ingreso tras renunciar a su empleo para dedicarse al fútbol y su papá, Ángel Rosero, quien trabaja como chofer en una empresa, costearía sus gastos.
Pero la pandemia dejó al progenitor sin actividad laboral, aunque sigue percibiendo su salario. Ahora quien sostiene a la familia es la madre de Ana Paula, quien se fue a vivir a España hace 14 años y trabaja como enfermera.
“Está en primera línea de contagio y eso nos preocupa mucho. Pero nosotros cuando hablamos con ella le transmitimos calma, porque si nosotros nos angustiamos, ella se angustia ”, comentó la futbolista quien, desde que su madre migró, la ha visto apenas cuatro veces.
PODER FEMENINO
Rosero jugó en Ñañas antes de vincularse a Aucas la temporada pasada. A decir de esta joven oriunda de la provincia de Chimborazo, el fútbol femenino ha tenido un importante crecimiento porque “antes de 2019 era imposible pensar que siquiera transmitan los partidos por televisión”.
Por otro lado, manifestó que la deportista mujer se esfuerza más que el hombre. “Son mamás, son amas de casa y, como el fútbol femenino no es bien remunerado, las jugadoras mujeres tienen otros trabajos para sostenerse. De día son mamás o empleadas de alguna empresa y de tarde son futbolistas. Las mujeres luchan mucho más por esto”.
Frente a la emergencia sanitaria, Rosero ha aprendido a sortear la ansiedad por el encierro variando su rutina de actividades en casa. A veces prepara el desayuno, a veces el almuerzo. Algunos días entrena en la mañana, otros en la tarde. Todo para no sentirse atrapada por la monotonía.
Claro que todo trabajo físico lo debe registrar en video y, posteriormente, enviarlo a su entrenador, Sammy Ariza, quien supervisa el trabajo de
sus chicas fuera de la cancha.
“Suelo padecer ansiedad y la forma de mantenerme con la mente sana ha sido cambiar de rutina”. Tiene la suerte de que su hermana es nutricionista, así que se ha mantenido saludable en estos días en cuanto a la comida. “Claro que a veces tengo unos antojos y uno peca”, confesó entre risas.