Amuletos de apoyo y fe en la pandemia
Mucha gente compra las estampas y rosarios, y tras rezar una oración sale a buscar el sustento diario. Las pulseras chaquiras son las más solicitadas.
Son las 07:00 de un lunes y Jesús Oña ya tiene todo listo en su pequeño negocio afuera de la iglesia San José en Quevedo, para vender artículos religiosos.
El comerciante, quien tiene 35 años trabajando con estampitas de santos, rosarios, velas de colores y algunos amuletos, ha depositado su fe en el Topoderoso para que el coronavirus no se le “pegue” y así poder laborar durante la emergencia sanitaria en el país.
Oña dice que a raíz de la emergencia por el COVID-19, estuvo un mes en su casa, pero luego de que sus ahorros se agotaron, se encomendó a Dios y salió a trabajar con los más de 100 objetos religiosos que tiene y que asegura son de mucho apoyo para los creyentes católicos, ya que considera que la fe no se puede “morir” en esta pandemia.
Entre todos los artículos que tiene en su puesto, uno de los que no ha dejado de vender son las pulseras llamadas chaquiras, que son formadas por varias pepitas de color rojo y que son muy requeridas para colocarles a los bebés.
A estas tradicionales manillas le agrega una semilla del Oriente conocida como la cabalonga, que juntas hacen la fusión perfecta para que a los pequeños no se les pegue el ‘mal de ojo’, que de acuerdo a las antiguas generaciones es un maleficio- que según la superstición se transmite con solo mirar a una persona.
Esta creencia popular ha permitido que el comerciante no pierda el legado que le dejó su padre, Pablo Oña, quien por muchos años también trabajó en las afueras del templo con las pulseras y demás objetos religiosos, a los cuales considera que actúan según la fe que tenga cada persona.
“Estamos viviendo tiempos en los cuales las personas no debemos perder la fe en nuestras tradiciones y es por eso que en esta pandemia, muchos han optado por protegerse con las pulseras que más son utilizadas para los bebés de meses de nacido”, comentó Oña, quien espera pacientemente que todo se regule para poder trabajar hasta más tarde en su pequeño negocio.
HASTA PARA LOS HINCHAS
En el puesto de Jesús hay rosarios para todos los gustos, y a consideración del cliente tiene de colores amarillo y azul, que son especialmente para los hinchas de Barcelona y Emelec que, en época del torneo de fútbol, se venden como ‘pan caliente’.
Estos rosarios son como el cliente los desee, ya que hay de ot r os c ol ores, los cuales se diferencian para que l os c r e yentes s e pr ot e j a n c on la bendición de Dios de cualquier mal.
“Los hinchas siempre buscan rosarios de sus equipos preferidos, se sienten protegidos y algunos lo utilizan como un amuleto. Esperemos que todo esto pase para que las ventas se mejoren”, dijo Oña.
En otra esquina de la iglesia San José también se encuentra Juan Manuel
Chugchilán, quien es oriundo de la provincia de Cotopaxi, pero ya se siente quevedeño, debido a que lleva 49 años trabajando en el negocio de los escapularios y otros objetos religiosos.
Asegura que en medio de la pandemia no han perdido la fe y es por eso que se ha mantenido vendiendo todo el tiempo desde que empezó la emergencia .
Al igual que Oña, Chugchilán dijo que el objeto que más ha vendido son las chaquiras con la cabalonga, ya que la tradición de los padres es cuidar a sus niños del ‘mal de ojo’ y es el producto que más le piden. “Llevo muchos años vendiendo estampitas, velas de colores que las personas compran para sus santos”, expresó el cotopaxense.
Los hinchas siempre buscan rosarios de sus equipos preferidos como Barcelona y Emelec, se sienten protegidos y los utilizan como amuletos”.
JESÚS OÑA
Comerciante de artículos religiosos