¡El encanto de la sirena y el pescador!
Un historiador recuerda que cuando no había tanta tecnología, las familias oían de sus abuelos en los portales estas leyendas de su pueblo.
Hace años, cuando no había televisión y mucho menos Internet, las familias, después de terminar con sus tareas, se reunían en la sala o portal de sus casas a escuchar los relatos y leyendas de su pueblo. Eran los abuelos los narradores de estas ‘películas verbales’, a veces de terror o de bonitas fantasías.
Miguel Criollo Mite, historiador de Playas, dice que en este tiempo de encierro es bueno recordarlas, para que el tiempo de cuarentena sea más llevadero.
Había en Playas un pescador llamado Juan de Dios, a quien un día se le apareció una sirena y lo convenció de que se fuera con ella hasta el fondo del mar. Al vivir con la sirena, Juan no enve
jecía, pese al paso de los años.
Un día, lleno de nostalgia le pidió a la sirena que le permita visitar a su familia. Esta le concedió el permiso, con la condición de que no besara a su mujer.
Un día, mientras Juan dormía ya con su familia, la mujer lo besó y en ese momento el hombre envejeció. Entonces fue a buscar a la orilla del mar a la sirena, pero esta al verlo viejo y constatar que la había desobedecido,
se fue y nunca más volvió. Hasta hace pocos años los pescadores aseguran que veían a Juan llorando por la zona rocosa del rompeolas, hasta que un día ya no lo vieron más.
REY JOSÉ
Un día el pescador Juan Cayetano se encontró con una sirena, que le hizo la propuesta de llenar su red de abundante pesca si le entregaba a su hijo, que era un hermoso adolescente. El hombre aceptó el trato y al otro día su barcaza estaba repleta de peces, por lo que Cayetano, cumpliendo su palabra, entregó su hijo a la sirena, que lo convirtió en rey.
Comentan los pescadores que en las noches ellos han visto un hermoso castillo de cristal por la isla Puná cubierto con coral, al que nadie puede llegar. Está custodiado por pulpos gigantes y tiburones. Allí vive el rey José, hijo de Juan.
Algunos comentan que cuando hay abundante pesca de calamares, es que el rey José los ha enviado en honor a su padre, que fue pescador.