PONTE MUÑECO, CON O SIN VIRUS
Han establecido protocolos de bioseguridad para evitar el contagio, tanto de ellos como de sus clientes. Quieren reactivar la economía.
Los propietarios de gabinetes de belleza, en Guayaquil, todavía le temen a la COVID-19, pero necesitan darle de comer a sus familias, por eso han reforzado el cuidado de sus clientes para evitar contagios.
Tiene miedo, como la mayoría, pero María Guallo sabe que eso no le llenará el estómago. Así que con el mismo espíritu emprendedor que la llevó, hace más de una década, a abrir su peluquería en la avenida Abdón Calderón, en el Guasmo Sur, decidió reabrirla el pasado 20 de mayo con todas las precauciones de bioseguridad.
Reconoce que los primeros días, luego de que se decretara el cambio de semáforo a amarillo en Guayaquil, sentía más recelo. Ahora a más de dos meses de ir recuperando su economía, está confiada de que se puede laborar sin contagiarse. Eso sí, siendo en extremo cuidadosos, apunta.
Sabe que su labor requiere de acercarse, de tener contacto, pero lo primero que hace cuando un cliente se acerca a la puerta de su local, es pedirle que se aplique alcohol en gel, se limpie los pies en una bandeja con alcohol y le reitera que no puede quitarse la mascarilla.
Antes de la pandemia, se lamenta, tenía hasta 30 clientes diarios, pero ahora llega la mitad. No se queja, porque sabe que tiene trabajo y aunque ahora este le tome más tiempo y precauciones, es la única forma que tiene para alimentar a su familia y dinamizar la economía de la ciudad.
Lo mismo hizo María Lema.
Ella también administra un gabinete en la avenida Portete y la 19. Ha invertido en atomizadores, alcohol, bandejas desinfectantes, mascarillas y hasta en letreros para recordarle a su clientela lo que tiene que hacer al llegar a su negocio.
La esteticista no recuerda otra época similar a esta, en la que escasean los recursos, pero cree que la única forma de salir adelante es trabajando.
Lo único que teme es el recelo de los clientes que tienen miedo de acudir hasta el negocio por miedo al contagio. Por eso, ella cree que es importante que los administradores de gabinetes, peluquerías o centros que están destinados a este tipo de labor que requiere contacto, generen confianza a sus usuarios para que de a poco vayan recuperando la productividad que tenían antes.
EN CASAS
Linda Paladines está convencida de que, aunque la situación se vea muy mala, quien no se esfuerza no triunfa. Dice que hasta ahora no le ha faltado trabajo porque tampoco le han faltado ganas.
Hasta el 8 de mayo pasado, era maquillista de planta en un canal de Guayaquil. Tenía un sueldo fijo al que le sumaba los trabajos que hacía particularmente en casa. Sin embargo, en esa fecha le notificaron su salida de la televisora.
“No me sentí tan mal porque yo tenía igual mi clientela. Justo en esa época cayó Día de la Madre y la mayoría estaba con el pelo muy largo y me buscaron para que les hiciera los cortes de cabello en la casa”, contó Paladines.
Fue así como estableció reglas de bioseguridad y peticiones a sus clientes. Para ella poder acudir a las casas con confianza, les pedía que tuviesen una bandejita con cloro en la entrada para limpiar sus zapatos. Además de alcohol para desinfectar sus manos y luego lavarlas.
Dice que la clave para no dejar de producir es ser positivos y no dejarse vencer. Cuenta que su hermano también perdió su empleo en una concesionaria de vehículos y desde entonces vende encebollados a domicilio.
“Yo le aconsejo es que no se dejen vencer. Hay que tener fe de que todo va a salir bien y que todo esto va a pasar. Hay que ser positivos y no porque perdimos el trabajo hay que estar sin hacer nada. Hay que buscar los medios para no quedarnos quietos”, aconsejó.
SEGURIDAD
Las dueñas de gabinetes también comentaron que han reforzado medidas de seguridad para evitar robos.