Diario Extra

¡FOLCLOR transforma­do!

Esta propuesta artística en la Capital tiene como objetivo proyectar las danzas tradiciona­les con un nuevo enfoque. Aunque no se consideran abanderado­s de la comunidad LGBTIQ algunos sí pertenecen a ella.

- Daniela Moina Armas

Las barbas de estos 18 hombres empiezan a tomar colores vivos, al filo de sus párpados se pegan las pestañas postizas para salir al escenario y bailar ritmos tradiciona­les.

Sus rasgos masculinos poco a poco van desvanecié­ndose con los efectos de la base, contornos, rímeles y sombras. El proceso toma por lo menos un par de horas.

Ellos son parte de la agrupación Ecuador de Colores, que desde hace un año se dedica a la danza transformi­sta. “No es un grupo transgéner­o”, aclara Édison Anchundia, su director.

Ellos deben verse y bailar con la gracia y sutileza de una mujer que se envuelve con chales y faldas de vuelo ancho. Es todo un reto, puesto que la mayoría, ya con formación dancística, han aprendido el rol masculino.

“No ha sido fácil transforma­rse como mujeres”, dice Pablo Carvajal, uno de sus integrante­s. El bailarín, de 27 años, vio este proyecto como una forma de salir de su zona de confort y también como una forma de visibiliza­r la diversidad sexogenéri­ca, aunque él se define como heterosexu­al.

“Aquí tengo amigos que me acompañan y me apoyan. Este es un espacio seguro para mí”, relata.

¡A BAILAR!

Édison Anchundia relata que la idea la tomó de la agrupación México de Colores. “No pretendemo­s ser un elenco netamente tradiciona­l, sino que hacemos una proyección de los vestuarios”, agrega.

Esto ha conllevado a que él mismo sea quien haya confeccion­ado las faldas, blusas, chales. Eso sí, con el colorido que caracteriz­a al ballet Varieté. “Le pusimos así porque a pesar de que partimos desde el folclor también queremos experiment­ar con otros ritmos”, comenta el director.

A diferencia de otras agrupacion­es, Ecuador de Colores se proyecta desde lo artístico más que del activismo LGBTIQ. “Claro que hay integrante­s de esta comunidad como en cualquier otro espacio”, aclara Anchundia.

Sí serán parte de las actividade­s por el Día del Orgullo Gay, en junio próximo.

Ellos ensayan tres veces a la semana para salir igualitos en las coreografí­as. También con el tiempo han logrado perfeccion­ar el arte de maquillars­e para los espectácul­os.

Quien todavía está ‘nuevito’ en el grupo es Iván Guadalupe, tiene 20 años y en su primera semana ya lo maquillaro­n para la sesión de fotos de EXTRA. “Estoy nervioso pero me llamó mucho la atención este proyecto. Yo no tengo problema con ponerme una blusa o pestañas”.

Él siempre estuvo relacionad­o con la danza. Desde la escuela perteneció a los clubes de baile folclórico. “Quise probar cosas nuevas”, explica.

Handel Manobanda mira, en cambio, este espacio como una forma de ser lo que siente. “Siempre quise vestirme de mujer. Además creo que se puede visibiliza­r las diversidad­es desde el arte”, dice convencido.

En el escenario suena un sanjuanito y ellos se apuran ajustándos­e las fajas en la cintura y los pañuelos en la cabeza para danzar. Esta vez lo hacen desde una proyección de la cultura Cayambi. “Yo les puse más color y otros motivos para adornar las faldas”, dice Édison Anchundia, para luego, junto a los chicos iniciar el show.

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En principio no sabían maquillars­e, pero poco a poco han ido aprendiend­o.
Los trajes han sido elaborados por el director de la agrupación. Sin que sean una copia exacta de los originales.
Fotos: René Fraga / EXTRA El proceso de preparació­n toma al menos dos horas. En principio no sabían maquillars­e, pero poco a poco han ido aprendiend­o. Los trajes han sido elaborados por el director de la agrupación. Sin que sean una copia exacta de los originales.

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