Diario Extra

Sí han aguantado PARO

Vecinos de la calle Guayaquil, en el Centro Histórico de la capital, cuentan cómo se han enfrentado durante los últimos años a las movilizaci­ones.

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Los vecinos de la calle Guayaquil, en el Centro Histórico de Quito, han aguantado paro por años. Aquella calle de más de 2 kilómetros, que inicia cerca de la Plaza de San Blas, ha sido la ruta que toman los manifestan­tes para llegar hasta al Palacio de Gobierno.

Esta vez no fue la excepción. Myriam Enríquez se prepara para las movilizaci­ones. Ella ha sido testigo de la lluvia de bombas, la neblina de gas lacrimógen­o y los gritos de los ‘combatient­es’, en las últimas tres décadas.

Tenía 15 años la primera vez que sintió los estragos del paro. “Lanzaron gas y yo en mi desesperac­ión corrí hasta la pileta (de la Plaza del Teatro) y me lancé de cabeza. La cara me quemaba”, recuerda.

En marzo de 1983, una de las protestas más fuertes tuvo como escenario al centro de la ciudad. La devaluació­n de la moneda, durante el gobierno de Osvaldo Hurtado, llevó a la gente a las calles.

Y, aunque esa contienda es recordada históricam­ente por la fiereza de los marchantes, hoy “los niveles de violencia” están disparados.

Enríquez dice que la insegurida­d que generan las movilizaci­ones le preocupa. La pequeña heladería que su padre fundó hace 58 años, ahora es parte de un juego siniestro. “Pasamos abriendo y cerrando la puerta enrollable cada vez que sentimos peligro. Es terrible”, explica.

En caso de que los ánimos se caldeen un poco más, tiene previsto colocar detrás del umbral las máquinas en las que se fabrican los helados. “Ya no podemos tener más pérdidas”.

Ayer, algunas de las intersecci­ones de la Guayaquil habían sido valladas. Militares custodiaba­n la zona y resguardab­an los escasos negocios que estaban habilitado­s.

“SOMOS PUEBLO”

Patricio Sosa protege el bazar familiar que tiene más de 50 años de funcionami­ento. Él también participa en ese juego siniestro, que no tendrá ganador. “La gente que vandaliza no entiende que todos somos pueblo y que todos queremos lo mismo”, dice.

Para Sosa, hace una década el gobierno de turno incitó al odio entre hermanos y hoy se sufren las secuelas. Uno de los paros más violentos que recuerda es el de octubre de 2019. “La gente decía que amaba a Quito, pero destruyero­n las calles, los edificios históricos, atacaron a su gente”.

Y, mientras en la calle Guayaquil, el miedo de los vecinos se blinda detrás de pesadas puertas metálicas, los rezos se intensific­an para que la paz regrese a la ciudad.

✓ POCO MOVIMIENTO

El 80 % de los negocios de esa ruta, que termina en la calle Ambato, estaba cerrado durante el onceavo día de paralizaci­ones en Quito.

Así opina

DOLORES CORTÉS Comerciant­e

❝ Esto de los paros siempre nos ha afectado. Cuando lanzan los gases nos ahogamos dentro de los locales”.

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Fotos: Ángelo Chamba / EXTRA Los comerciant­es sienten que es un juego esto de abrir y cerrar los locales dependiend­o del peligro.
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Patricio Sosa (con mascarilla blanca) dice que el paro causa estragos en la zona. Hay destrucció­n.
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