¡Herencia de la música EXTREMA!
Dos generaciones analizan cómo, a pesar de los cambios de época, comparten la misma pasión por el arte.
Por sus obras los conocerán, dicen las Escrituras. El prestigio en el underground no se logra siendo el más ‘figureti’ ni pretencioso, sino con trabajo.
Es el caso de José Jiménez, conocido por todos como Chivolo, quien tiene más de tres décadas siendo parte de la movida musical independiente en Guayaquil, como productor de tapes y discos, organizador de conciertos y también como cantante. No es el ego lo que lo mueve, sino mantener encendida la fiesta y la pasión por los ritmos extremos.
Y vaya si lo ha logrado. Su hijo Iván desde hace cinco años forma parte de varios proyectos de diversos estilos. La nueva sangre. Incluso ahora tocan juntos en Ruido de Odio, una de las agrupaciones más longevas del país.
En su hogar, mientras sonaba de fondo la banda catalana de hardcore Budellam (de la gran colección de elepés de Chivolo), padre e hijo conversaron con EXTRA.
ABRUPTO ROMPIMIENTO GENERACIONAL
Ambos empezaron en la música siendo adolescentes. La primera banda de José fue Ruido de Odio, en los noventa. Iván se inició en 2017, a los 16 años, con Descerebrados 404.
Sin embargo, a ambos les preocupa que ahora no se vea adolescentes en las tocadas. Para Iván, un factor decisivo para esto fue que desapareció Fediscos. “Yo nunca fui, pero mucha gente me comenta que su cierre perjudicó a la escena musical, porque más allá de las bandas que se presentaban, era un lugar para todo público”.
Sin embargo no solo es eso, advierte José, al destacar que ahora los conciertos son en su mayoría en bares “y los adolescentes prefieren no arriesgarse a ir a un bar para ver un concierto”.
Pero Iván tiene claro que por eso los jóvenes como él deben tomar ese relevo. “Yo tengo la esperanza puesta en los hijos de mis amigos artistas. Muchos se están preocupando de que sus hijos aprendan a tocar instrumentos. Niños de diez, once años. Esa será la nueva generación. Y esperemos que sigan”.
Aunque a Chivolo le quedan dudas en ese sentido. “Claro, puede ser que el papá con mucho empeño les ponga profesor de música a sus hijos, pero después, cuando crezcan, quizás a ellos no les interese. El tiempo lo dirá”, sentencia.