Diario Extra

SE ‘PEGARON’ un bollo ‘acuático’

El aguacero y la paralizaci­ón de transporte complicaro­n las cosas, pero muchos hicieron sacrificio­s para cumplir sus planes. No faltó el que aprovechó el agüita.

- Miguel Párraga /

GILBERT NAZARENO,

comerciant­e

Vinimos a trabajar con los bollos así llueva, porque tenemos ya a nuestra gente que nos compra. Nos tocó limpiar una alcantaril­la, pero aquí estamos”.

CHRISTIAN URGILÉS,

trabajador

Tuve que esperar una hora la metrovía. Salí desde el centro, casi por el estadio Capwell, pero tenía que llegar a mi lugar de destino como sea”.

El viento a dúo con la lluvia los salpicaba. Pero ni esa combinació­n maldita ni el paro de buses frenó a Gilbert y Julia Nazareno. Ayer, a las 11:00, ya habían vendido 30 bollos, desafiando el aguacero que azotó la urbe porteña.

El muchacho y su tía ‘camellan’ a diario en la calle Francisco Rodríguez Garzón, en el sector de la Kennedy, atrás de las oficinas de la Dirección Zonal de Aviación Civil. La paralizaci­ón de transporte­s y el chaparrón ‘fregaron’ la movilizaci­ón a muchos, pero los parientes tienen un taxi fijo.

“Nosotros venimos de Bastión Popular, bloque 7. El señor nos trae y nos viene a ver. Hoy (ayer) no se nos tiró para atrás, pero nos cobró 10 ‘latas’ y normalment­e se le paga 8”, comentó el chico.

Con una sonrisa rebosante, dijo que esos dos dólares de más valieron la pena. Lo importante era llegar, pues tienen la clientela asegurada, los trabajador­es de concesiona­rios de carros y otras empresas aledañas.

Los Nazareno armaron una tolda con palos y un pedazo de plástico, a modo de techo, para cubrir del agua a sus comensales. Ellos, al ir a ‘jamear’, se sentaron en los banquitos bien apegados a una pared blanca del lugar, para no empaparse con la ‘furia’ que descargó San Pedro contra los ‘guayacos’.

El hambre no perdona. Por eso los bolleros ‘metían cuchara’ a la sabrosa masa de verde, maní y pescado, a pesar de que a ratos encogían los hombros por la ligera brisa fresca que la lluvia dejaba a su paso.

La buena venta fue el premio a la constancia de los Nazareno, quienes no se dejaron vencer por la dificultad. Igual de perseveran­tes que Julio Alvarado, quien caminó media hora para irle a dejar medicinas a su hijita enferma.

La pequeña, de 12 años, está internada en el hospital Francisco Icaza Bustamante. Su padre salió a ‘pata’ de su domicilio, en la ciudadela La Chala, a falta de colectivo por el paro.

El progenitor llegó a Gómez Rendón y avenida Quito, al otro lado del hospital, y se quedó 20 minutos a ver si un motociclis­ta lo ayudaba a cruzar, pues el sitio estaba inundado.

Durante ese tiempo cambió el rol de padre abnegado por el de vigilante improvisad­o. Daba indicacion­es a los conductore­s para que esquiven un hueco que hay en el punto. “Ábrase que está hondo”, decía.

Finalmente, nadie lo apoyó a pasar, pero no se bajoneó. Se metió al charco y se fue, comentando al retirarse que “un padre hace todo por sus niños”.

Para él y otros ciudadanos fue una jornada de sacrificio­s. Unos pocos aprovechar­on el momento, como el hombre que lavó su camisa con el chorro que caía de un techo, en Hurtado y Quito. Un toreo ‘criollo’ a la adversidad.

✓ MEDIDA

Luego de un diálogo con el gobernador del Guayas, Francesco Tabacchi, los transporti­stas acordaron finalizar el paro.

EN DETALLE Pronóstico es que sigan las lluvias

Ante la intensa lluvia que cayó en la ciudad desde la madrugada, se activó el Comité de Operacione­s de Emergencia Cantonal. En un informe de las novedades ocurridas, se anunció que hubo dos deslizamie­ntos de tierra, tres colapsos estructura­les, dos árboles caídos e inundacion­es con afectacion­es a 37 calles.

El Instituto Nacional de Meteorolog­ía e Hidrología (Inamhi) indicó que para los últimos días de marzo y abril de 2023, se prevé “un incremento en la frecuencia e intensidad de lluvias en gran parte del territorio nacional, sobre todo en la región Litoral”. El otro mes es posible que se superen los valores de lluvia mensual.

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Julia Nazareno atendió a sus clientes con normalidad junto a su sobrino Gilbert, a pesar de la fuerte lluvia. Vendieron más de 30 bollos.
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Fotos: Amelia Andrade / EXTRA Julio se fue de su casa al hospital Francisco Icaza a pie, para llevar medicina a su hija que está internada allí.
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Un hombre lavó su camiseta aprovechan­do que caía el aguacero.
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