Dominguero

DONDE HUBO FUEGO

Verse después de un largo tiempo encendió las cenizas con miradas disimulada­s, guiños y uno que otro recuerdo de lo que hacían en la cama.

- Por Ángel Amador angel77ama­dor@ gmail. com

Las cenizas son huellas. De lo que fue. De lo que se consumió. Como las cartas, los peluches y los regalos que en algún momento fueron parte del amor de Daniela y Víctor. Ella prefirió quemar todo a tenerlo como recuerdo de lo que desechó de su corazón, sin pensar lo que pasaría un día. Cada uno volvió a darse una oportunida­d con parejas distintas que, coincident­emente, son también amigos comunes. En la fiesta de cumpleaños del ahora novio de Daniela, Víctor y su actual pareja apareciero­n. Ella no lo esperaba. Al principio la inquietó, pero luego prefirió ignorarlo, pero no por mucho tiempo. Verse después de un largo tiempo encendió las cenizas con miradas disimulada­s, guiños y uno que otro recuerdo de lo que hacían en la cama. Uno tras otro. Los invitados llegaban a buscar al cumpleañer­o y anfitrión de la fiesta. Daniela optó por apartarse del ritual de los abrazos y los besos para acercarse a su ex, quien también buscó la manera de estar a solas con ella. Lo que empezó como una conversaci­ón sobre lo que habían hecho después de terminar acabó en un beso en la cocina. Daniela apartó rápidament­e sus labios para darse cuenta de que le gustó y quería más. El patio, pensó ella. Es oscuro, abandonado, y nadie pensaría en buscarlos ahí. Cada uno por su lado llegó al punto. Ya ahí fue como liberar a un león hambriento. Besos, caricias y abrazos más apasionado­s de los que cuando eran novios. Ella baja su pantalón. Lo mismo él y empieza todo. La música no permite escuchar los gritos y gemidos de la pareja en un rincón tan incómodo y oscuro que ni ellos mismos pueden verse. Es el precio de la infidelida­d. Daniela araña la espalda de Víctor e intenta por varias veces sacarle la camiseta. No puede... o mejor dicho él no quiere. Corre algo de viento y parece que está por llover. Eso los apresura, además que sus parejas deben estar buscándolo­s. Suena un celular, es el de él. No lo responde. Solo sigue más y más rápido mientras acaricia el cabello de su ex y la besa hasta morderle los labios. Suena otro celular. Es el de ella. No lo responde. El sonido llama la atención de uno de los invitados que mira por la ventana. Las gotas de lluvia son cada vez más constantes. Víctor solo sigue sin parar. Daniela no puede pensar en otra cosa que en ese momento. Cierra los ojos y pega un grito que su ex calla con un beso. Suben sus pantalones. Tienen que regresar a la fiesta. No saben qué responderá­n ante el inevitable interrogat­orio de sus parejas. Antes de entrar reflexiona. Víctor toma de la mano a Daniela y le dice: “No tenemos que hacerlo”. Ella piensa. Lo besa y responde: “ya no te amo”. Abre la puerta y entra directo al baño sin que la vean. Sale fingiendo estar con dolor de cabeza. Víctor solo la observa cuando siente a alguien detrás suyo. Es su novia. Antes de que empiece a interrogar­lo le dice: “Nos vamos”. Salen sin despedirse de nadie y con imagen de Daniela y su novio dándose un beso tan apasionado como los que ellos se daban cuando estaban juntos.

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