Dominguero

EL ‘ REMEMBER’

Ella le propone dormir juntos como intentando poner a prueba su fuerza de voluntad.

- angelamado­r77@ gmail. com

Cuando las cosas pasan, pasan. Y en ocasiones hasta la naturaleza es cómplice. Lo que empezó como una cena entre dos amigos acabó en la cama. Bueno, para ser más preciso, no solo son amigos, sino también exnovios, pero eso quedó en el pasado y ahora es la amistad la que prevalece, o al menos eso creían. Grave error. Cuando las circunstan­cias se presentan hasta la carne más dura se ablanda ante un beso en el cuello. Y las circunstan­cias se dieron. Ambos no se veían desde hace un par de años por motivos laborales, pero mantenían contacto por las redes sociales. Ella regresó del exterior y acordaron cenar en casa de él. Un delicioso pollo al horno acompaña la velada con nada de velas, ni música romántica, o rosas, como solían hacerlo cuando eran novios. La conversaci­ón los lleva a hablar de sus vidas laborales y de su pasado, pero justo cuando están por hablar de su vida amorosa actual empiezan a caer unas gotas de lluvias que en pocos minutos se convirtier­on en un aguacero. Pasan las horas y no escampa. Las calles están inundadas. La idea de quedarse a dormir en casa de su ex es una realidad. Él le cede su cuarto a cambio del so- fá. Ella le propone dormir juntos como intentando poner a prueba su fuerza de voluntad. Así es. Cada uno toma un lado de la cama de espalda al otro. No pasan ni cinco minutos y una sensación en su entrepiern­a no lo deja dor- mir. Se mueve de un lado a otro tratando de conciliar el sueño. No puede... y ella tampoco. Cuando está por caer en un pro- fundo descanso siente un roce en su pierna. Luego otro más largo. Y después un apretón que lo despierta bruscament­e. Ella está casi encima de él sin nada, solo la cubre el suave aroma de su perfume. Sus manos pasean por dentro de sus pantalones. Los saca lentamente mientras acaricia sus piernas. Los labios recorren cada centímetro de su piel empezando por el cuello, pasando por el pecho, el abdomen y terminando más abajo. Él solo cierra los ojos y lo disfruta. Su respiració­n es agitada. Su corazón parece salirse de su pecho. Sujeta las sábanas con tanta fuerza como buscando resistir más. La lluvia aún cae, no con la misma intensidad. La sombra de las gotas en la ventana se refleja sobre las sábanas que cubren su desnudez. El rechinar de la cama va al ritmo de sus cuerpos. No pueden parar. Sus miradas no pueden despegarse una de la otra. Sus alientos golpean en el rostro del otro. Van más rápido. Ella grita. “No pares”, le dice. Él solo la besa y continúa. Otro grito. “Sigue, sigue”. Vuelve a besarla. El siguiente fue el final. Respiran hondo y caen exhaustos sobre la cama. La lluvia pasa y la luz del día entra por la ventana. Despierta. Está solo en su cama. Ni una sola huella de lo que pasó anoche. Revisa su celular. No hay mensajes. Piensa y se anima a escribirle: “Me encantó todo. No lo esperaba. No lo pensé hasta ahora, pero si estás de acuerdo podemos volver a intentarlo”. Unos minutos después responde: “La lluvia pasó y lo de nosotros también. Fue un remember y nada más”.

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