Dominguero

TODO POR U NOS GRI LLOS

Lo que pensaba iba a terminar en unos besos y, con un poco de suerte, en algo mas, quedo en nada.

- Por Ángel Amador angelamado­r77@ gmail. com

La mujer moría de miedo. No podía ni acercarse. El simple ruido de los insectos le provoca pavor. Cómo un animal tan pequeño puede provocar tanto temor en una persona. Son grillos. Varios de ellos, de un momento a otro, estaban por todos lados. Cubrían la puerta, por lo que no pudieron salir. Rompe en llanto y busca refugio en uno de los muebles de la sala. El joven, bastante conmovido por las lágrimas, opta por abrazarla y consolarla. La cita está arruinada. Lo que pensaba iba a terminar en unos besos y, con un poco de suerte, en algo más, quedó en nada. Un vaso de agua y de vuelta al cuarto. Ya está un poco más calmada. No suelta el brazo de su pareja, quien lo único que piensa es en lo que se perdió por un pequeño insecto. Siente la cabeza de ella sobre su hombro. Luego un beso. Gira su cabeza y chocan sus labios. Olvida los grillos. Olvida la cita. Solo siente una mano entrando por debajo de su blusa y acariciand­o sus senos. La misma mano baja y entra por su pantalón. Solo cierra los ojos. Siente como es despojada de cada una de sus prendas. Ella solo se deja. Los abre. Él está igual: desnudo. Coloca su cuerpo sobre el de ella mientras besa su cuello. Las manos de ella también disfrutan de tocar y, sobre todo, arañar espaldas. Disfruta ver el sufrimient­o de su pareja. Eso la excita demasiado. Lo hace una y otra vez hasta ver algo de sangre en sus dedos. Él no lo resiste. Lo único que atina es a ir con todo y sin avisar. Así lo hace. Ella para y pega un grito tan fuerte como si hubiera visto a un millón de grillos juntos, ob- viamente, con el toque de placer. La cama empieza a bailar de un lado a otro. El golpeteo contra la pared es cada vez más fuerte. Ella intenta llevar de nuevo las uñas a la espalda. Él responde acelerando el ritmo. Ella vuelve a gritar. Lo hace mucho más fuerte. Y a cada grito le sigue un gemido. Para de gritar. Parece desmayada. Pero sus manos nos dejan de agarrar con fuerza la sábana. Incrusta sus dedos en el colchón. Un grito más y ya... Ambos caen rendidos. No pudo salir mejor para él. Logró lo que pensaba sin la necesidad de la cita y todo gracias a los grillos. Todo parecía terminar bien cuando escucha uno. Sí, uno de ellos está en el cuarto. Del placer al pánico en un segundo. Pega otro grito, esta vez es de terror.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador