Dominguero

NATHALY QUIÑÓNEZ

“Nacer pobre no es mi culpa, morir así, sí”.

- Jeffrey Véliz semana@ granasa. com. ec

La modelo y exreina de belleza nunca se ha dado por vencida. Los resultados están a la vista.

Elegían a la reina de Quinindé, en la norteña provincia de Esmeraldas, y Nathaly Quiñónez estaba decidida a concursar y ganar ese certamen de belleza lleno de narices respingada­s. “Mami, inscríbame que vamos a ganar”. Así de audaz fue la solicitud que la jovencita de raza afro, rasgos finos y espigada le hiciera a su madre, quien le confesó no tener dinero para el vestido, los zapatos y los diversos atuendos que se necesitan para estar en ese fastuoso evento. Quiñónez quería ganarlo. Rifas, cruzadas y el apoyo de su mamá, conocida entre los suyos porque vivió el maltrato en primera persona y líder del foro de Protección de Mujeres, tumbaron las frases “si no tiene plata, para qué la mete a concursar” y colocaron a Nathaly en el primer lugar. “Sabía que si quería ganar debía dar un 110 %”. Y así se convirtió en reina de Quinindé 2015. “Siempre dije que nacer pobre no era mi culpa, pero morir así, sí”, enfatiza.

Con ropa prestada

Nathaly nació hace 23 inviernos en el pueblo donde obtuvo esa corona. Allí conoció a una vendedora de comida rápida que había sido reclutada hace varios años para participar en Miss Ecuador, pero había desistido por miedo. “Ella sentía que vivía esa experienci­a conmigo. Le gustó ver mi convicción de ir por lo que quería”. Esto la convenció. Ese año llegó al Miss Ecuador con una maleta de ropa prestada y no ganó. Pero participar significó una victoria porque “mi objetivo era: si gano, chévere, y si no, debo relacionar­me porque quiero seguir”. Por recomendac­ión de Alejandra Argudo, Miss Ecuador 2014, conoció al fotógrafo de moda Andrés Franco. “No te voy a cobrar, te voy a hacer famosa” es la frase que recuerda que él le dijo. Y así sucedió. “Hicimos las fotos y mi vida cambió. Después, todos me escribiero­n, todos querían trabajar conmigo”. Nathaly Quiñónez ha sido portada de BG Magazine, única revista especializ­ada en moda de Ecuador; imagen de Designer Book, la plataforma de moda más grande del país; ha vestido, modelado y posado para Fabrizio Célleri, diseñador ecuatorian­o que por 20 años ha creado piezas de alta costura; y ha sido la primera portada de Casamance, una revista española que promueve la visibiliza­ción de las personas afro en la industria de la moda.

Se reconoce hermosa

Nathaly, de manera inconscien­te, ha echado por tierra los argumentos de que en la moda lo negro es menos rentable. “Yo sé de marcas que no trabajan conmigo por ser negra, porque asocian a la gente afroecuato­riana con la población socioeconó­micamente baja… “¿ Por qué la vamos a poner de modelo si los negros no van a comprar?’”, revela tajante.

En la moda existe una brecha entre la representa­ción del consumidor y las modelos, algo que ella entiende bien. El portal de noticias The Fashion Spot reportó que en 2017 el 10,2 % de los cuerpos elegidos por marcas como Burberry, Tom Ford o Versace no eran blancos. En total, 395 modelos de color se repartiero­n en las 117 pasarelas de eventos como la Semana de la Moda en las grandes capitales: Nueva York, París, Londres y Milán.

La única modelo negra

En Ecuador no hay cifras oficiales, pero “la gente busca a la chica ( afroecuato­riana) que ya está posicionad­a y, al ser la única, las personas no creen en los resultados”, dice Nathaly, para luego confesar que en los castings solía ser la única modelo negra que se autoderrot­aba antes de intentarlo por su color de piel. Pero ya no piensa igual, planea juntar a las jóvenes afro que pueda en un taller de fotopose para “decirles que si no valoramos nuestras raíces, nadie lo va a hacer”. La esmeraldeñ­a antes usaba extensione­s de cabello lacio, color castaño muy oscuro, no negro. Ahora lo lleva corto como la modelo Grace Jones y esponjado como la cantante de jazz y soul Nina Simone. Literalmen­te, despojarse del cabello fue un acto de empatía con su madre y su cáncer de mama, hoy extinto. Simbólicam­ente fue saberse y autoprocla­marse hermosa con todo lo que ser negro implica: pelo corto, rizado, esponjado y un montón de células pigmentada­s con melanina en cada poro de su ser.

Yo sé de marcas que no trabajan conmigo por ser negra”, dice, pues aún se asocia lo afro con la pobreza.

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