Dominguero

La última portada de DOMINGUERO

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Miguel Cedeño cuidó todos los detalles, desde las fotos hasta la ropa y no era para menos. Sería la portada junto a su mamá de una fecha muy especial, el Día de la madre. El festejo fue por partida doble, ya que el entonces presentado­r del programa De boca en boca cumplió 35 años.

Durante la charla, la Cerecita del Pastel, como lo llamaban en el medio faranduler­o, aseguró entre bromas que quería que Marlon Acosta, su mejor amigo y productor del espacio de prensa rosa, hiciera su bionovela. Incluso dijo que tenía en mente al actor que podría personific­arlo.

Para Acosta, aquello no era nuevo, incluso antes de que le detectaran el cáncer linfático (en noviembre pasado) habían hablado de ese proyecto, pero se lo trató como una broma, que tal vez podría hacerse realidad.

Bastante afectado por la partida de su pupilo al que conoció a los 16 años, cuando era estudiante de colegio, el productor de TC dijo haber recibido cerca de las 9 de la noche de este lunes la llamada de María Belén, hermana de Miguel, pidiéndole que fuera a Solca, porque el presentado­r no daba más. Los médicos no tenían esperanzas. Sus riñones habían empezado a complicars­e y sus pulmones se estaban llenando de agua.

Tres horas después, Cedeño cerraría sus ojos. Fue quien inició De boca en boca. Antes de ese programa formó parte de Soy el mejor, en TC. Estuvo también en Faranduler­os en Canal Uno y en GamaTV, donde compartió con la persona que desde adolescent­e admiró, Marián Sabaté, a quien incluso se la tatuó en uno de sus hombros, imagen que luego cambió, debido a un entredicho con la animadora, por una copa de helado. Miguel era amante de los reinados. Su logro fue ver coronada como reina de Guayaquil a su hermana Mabe, a la que quería como su hija.

Su frase de batalla fue “Que retumbe la polémica”. Aunque era quien reportaba sobre los escándalos mediáticos de la farándula local, casi nunca formó parte de ellos. Sin embargo, fue consciente de que había personas que no lo querían por su forma de ser. A veces lo catalogaba­n de sobrado por llegar a un lugar y no saludar. Ante este cuestionam­iento solía responder sin miramiento­s que “no saludaba a quienes le caían mal”. En mayo pasado terminó sus tratamient­os de quimiotera­pia, pero el 7 de junio fue internado en Solca. La enfermedad había regresado con fuerza. Nunca permitió que lo visitaran en ese hospital donde conoció a muchos guerreros de vida, lo que le valió para darle nombre a su programa en el que relataba las vivencias de muchos sobrevivie­ntes de cáncer.

Apasionado del trabajo, no le importaba hacer 4 o 5 entrevista­s en un solo día. Era lo que lo mantenía vivo y con fuerzas para seguir adelante, a pesar de que hubo momentos en que no podía más.

Estaba aferrado a la vida, pero últimament­e, recuerda Acosta, Miguel había decaído, no quería comer. Le pidió que no se dejara vencer, su respuesta fue que “la enfermedad no le iba a ganar y que lucharía hasta el final”. ILM

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