Galápagos, blanco y negro
Pocos lugares hay tan fotografiados como las Galápagos. La nueva faceta de las islas que nos presentan las imágenes de Fernando Espinosa nos habla tanto de la sensibilidad del fotógrafo como de la prodigalidad del archipiélago como tema para el arte.
La más grande dificultad en esta búsqueda –porque la fotografía es eso, una búsqueda– fue encontrar una perspectiva sensible y única donde se puedan percibir todos los aspectos de este fascinante archipiélago. Ya existe una cantidad de libros y fotografías sobre Galápagos; la mayoría catalogan su singularidad y el colorido de su fauna: la iguanas marinas, los cormoranes, los piqueros de patas azules... pero se queda en el registro de un animalito o de un paisaje.
En uno de mis viajes a las islas me di cuenta que los paisajes son tan interesantes como sus animales. Estas hermosas escenas son agresivas y casi irreales: texturas de rocas que se funden con los animales y plantas que las habitan, donde se da el perfecto marco para una fotografía surrealista. Además, creo que Galápagos no solamente es su paisaje y sus animales, sino una serie de
muchos otros elementos que no se los toma en cuenta por ser intrínsecos y comunes. Para eliminar las distracciones que puede traer el color y enfocar la atención en formas y texturas, decidí fotografiar en blanco y negro. Así, sus animales, pero también el turista ocasional, aparecen como una característica intrínseca del tema.
Estas islas poseen un ambiente duro e implacable que, al mismo tiempo, forma parte de un paraíso para la vida silvestre y sus habitantes. Esta contradicción es la que da cuerpo y razón a mi trabajo.
Las fotografías fueron tomadas en el transcurso de dos años durante varios viajes de crucero y estadía en las islas pobladas. Una dificultad que encontré para fotografiar los diferentes lugares de las islas son las restricciones que, con razón, impone el parque nacional a sus visitantes para poder preservar este maravilloso archipiélago.