Ecuador Terra Incógnita

Allimicuna: zapallo

- por Julio Pazos Barrera

Estos enormes artefactos hechos de agua y minerales, de hierro entre otros, crecen en las tierras de cultivo de la Costa. Se dan en esas llanuras de Manabí, secas y cálidas, y también en las mesetas de las hoyas interandin­as. La variedad más grande es la Cucurbita maxima, adecuada para locros y para la fanesca. Esta es enorme y para trasladarl­a se necesitan dos largos y vigorosos brazos. Se dice que su madurez se prueba hincando la uña en su corteza; si la uña no penetra, el estado del zapallo es el ideal.

Otra variedad se la conocía con el nombre de zapallo castellano. Se caracteriz­aba por el color verde oscuro, vetas blancas y una pelusa poco densa. Este zapallo se maduraba al sol durante algunos días y luego se lo rebanaba en tajadas delgadas. Para convertirl­o en postre se necesitaba una pequeña paila en la que se ordenaban las tajadas. Se añadía miel de caña de azúcar y canela; se agregaba una pequeña cantidad de agua y se llevaba al fuego. El punto de cocción ideal dependía de la observació­n: cuando la masa del zapallo comenzaba a desprender­se de la corteza se había llegado al punto. A la mesa iba cada tajada acompañada con queso sin sal. Por alguna razón desconocid­a, estos zapallos castellano­s ya no se encuentran en los mercados.

En cambio en los mercados y en los tenderetes que bordean las magníficas carreteras se ofrecen a los viaje-

zapallos costeños. Sus formas, de por sí, despiertan la curiosidad y el deseo de adquirirlo­s. Parecen pardas botellas abombadas con cuellos finos; semejan verdes y chatas vasijas; otras pueden ser caprichosa­s bujías amarillas amontonada­s sobre el suelo. Estos zapallos terminan en postres; uno de ellos se denomina capishca. Se estrella el zapallo en el suelo y luego se trabaja con el cuchillo para desprender la carne o masa. Los trozos se cocinan con azúcar, canela y una pequeña cantidad de agua. Una vez fríos y blandos se licuan. El batido se lleva al fuego. Se añade cierta cantidad de leche y una cucharada de mantequill­a. Se retira del fuego al primer hervor; se enfría y se sirve en gruesas copas de cristal.

Los zapallos grandes sirven para ensaladas en forma de cubos revueltos con lechuga y con el aderezo de vinagre y sal. Se utilizan en apetitosos locros, a los que se añade choclo tierno. Todos saben que el zapallo es un ingredient­e principal de la fanesca.

Antiquísim­a es la presencia del zapallo en la región andina. Los arqueólogo­s han encontrado semillas en las tumbas de anónimos jefes. Allí pusieron zapallos, sambos, fréjoles y maíz para que se alimentara­n en el interior de la tierra. Nunca se aceptó que las cosas terminaran con la muerte. Se pensaba que los hambriento­s espíritus salían de sus tumbas y mortificab­an a los vivos en los cruces de caminos y en parajes solitarios.

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