Pequeñas fincas y deforestación
La idea de la deforestación evoca la imagen del campesino colono. Con base en recientes estudios, Filippo Del Gatto explica que los finqueros suelen ser buenos administradores de los remanentes boscosos de sus fincas.
Aprincipios de la década de 1970, la construcción de carreteras que se adentraban hacia la Amazonía ecuatoriana fomentó la llegada progresiva de colonos provenientes desde la Sierra y la Costa del país. En el curso de pocos años, las áreas hasta entonces reivindicadas por los indígenas amazónicos empezaron a colmarse de incipientes recintos, pueblos y pequeñas ciudades, mientras a la vera de los carreteros se establecían fincas agrícolas de diversas extensiones. Este flujo de colonos campesinos y algunos grandes hacendados estimuló, a su vez, un frente de “colonización indígena”: familias de las propias nacionalidades amazónicas que se desplazaban hacia áreas con mayor disponibilidad de tierra o que buscaban expandir su presencia en sus territorios ancestrales para impedir la apropiación de tierras por parte de los foráneos. Bajo la influencia de la colonización, muchas comunidades indígenas también adoptaron la subdivisión de extensos territorios en pequeñas fincas familiares, al estilo de los colonos. Tras estos procesos, parte de la región amazónica quedó fragmentada en pequeñas parcelas, propiedad de miles de campesinos, tanto colonos como indígenas. Según datos del censo nacional agropecuario, hacia el año 2000 existían más de 45 mil fincas en las seis provincias de la región.
De esta rápida colonización, aupada por una reforma agraria que promovía la conversión de bosques naturales en “tierras trabajadas”, se derivó la creencia de que los colonos eran auténticos “tragabosques”. No obstante, y aunque a muchos les cueste creerlo, la realidad es distinta: la mayoría de pequeños agricultores todavía cuenta con un elevado porcentaje de bosques en sus tierras, incluso treinta años después de haber llegado. El mismo censo agropecuario citado muestra que casi el 80% de las fincas registradas aún tenían una cobertura parcial de bosques. Además de proporcionar acceso a bienes de subsistencia (leña, medicinas, alimentos), los bosques contribuyen de manera significativa a los ingresos económicos de las familias campesinas por la venta de productos forestales, en particular madera, y por el empleo generado durante su extracción y transporte. La venta de madera, incluso en condiciones de negociación desfavorables, puede generar ingresos significativos cuando otras oportunidades de trabajo son escasas y mal pagadas. En consecuencia, si bien existe limitada extracción de madera a escala industrial en la región amazónica del Ecuador, el aserrado con motosierra es común y se produce tanto en las fincas de los colonos como en tierras indígenas. A pesar de su importancia, se conoce poco de las causas y
consecuencias de la extracción de madera a pequeña escala –desarrollada por campesinos colonos e indígenas– en la Amazonía ecuatoriana. En un estudio del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR, en inglés) realizado en Orellana en 2012, se encontró que 81 familias de 120 entrevistadas, pertenecientes a cinco comunidades de colonos, dos kichwas y dos shuar, obtenían ingresos económicos importantes de la madera. Los réditos generados por esta actividad alcanzaban casi la mitad de sus ingresos totales anuales, principalmente por la extracción y venta de madera, pero también a través del trabajo remunerado como arrieros o motoaserradores. A finales del siglo XX, muchas familias campesinas de Orellana se volcaron al cultivo del café. Su dependencia de este producto les volvió vulnerables a la caída de su precio internacional, hace poco más de una década; el cultivo de café en la región se redujo y, en consecuencia, los ingresos económicos para quienes lo cultivaban. En estas circunstancias,
la extracción de madera adquirió mayor relevancia para su subsistencia. Al mismo tiempo, a medida que se agotaban árboles de alto valor comercial, como el cedro amargo ( Cedrela odorata), el mercado forestal se expandió hacia otras especies, incrementando así la oferta de “nuevas” maderas comerciales provenientes de las fincas. El citado estudio encontró que existen notables diferencias en la distribución de los ingresos forestales. Aunque es común la creencia de que las familias pobres extraen más recursos naturales debido a una supuesta mayor necesidad de ingresos económicos, los datos arrojados en esta investigación contradicen tal suposición. De hecho, el número de familias más “ricas” (en términos monetarios y bienes