Los caminos de la madera
¿Es posible encontrar maderas sustentables? Fabricio Guamán intenta responder esta interrogante.
Un amigo cercano, embarcado en la construcción de su casa, se dio a la tarea de buscar madera que no contribuya al acabose de los bosques tropicales. Preguntándose de dónde proviene la madera, qué camino ha recorrido, qué impactos sociales, ambientales y económicos ha tenido su extracción, este colega afrontó la espinosa misión con entusiasmo y curiosidad, aunque con la angustia de intuir que no sería sencillo lograrlo. Empezó por indagar en aserraderos y carpinterías del barrio sin obtener mayor respuesta. Acudió entonces a conocidos arquitectos, biólogos o ecólogos vinculados al tema, pero sus contestaciones resultaron igual de insatisfactorias. La madera ecológica, sustentable y socialmente responsable parecía ser un mito. ¿Lograría este amigo encontrar una madera que cumpla con sus necesidades materiales y sus preocupaciones sociales y ecológicas?
Para las vigas de su casa eran necesarias maderas duras, procedentes de árboles de crecimiento lento; estas son densas, soportan bien las inclemencias del tiempo y demandan poco tratamiento antes de usarlas. Para uno que otro mueble empotrado en la casa bastaría conseguir contrachapados. Estos, por su parte, provienen de especies de crecimiento rápido cuyas maderas son ligeras y tienen vidas útiles más cortas. Y para otros fines, alcanzaría con maderas aglomeradas, obtenidas a partir de virutas, ramas, corteza o aserrín de maderas también blandas encoladas a presión. Algunos ejemplos de maderas duras y blandas se citan más adelante.
Pero, ¿de dónde vienen todas estas maderas, y a dónde van?
Según un estudio del ministerio del Ambiente (2011), un 62% de volumen de la madera autorizada para aprovechar proviene de plantaciones forestales, mientras que un 15%
de bosques nativos, un 14% de árboles en sistemas agroforestales y un 8% de bosques en regeneración natural. Las plantaciones autorizadas de especies exóticas como eucalipto y pino se ubican en la Sierra, mientras que la teca, pachaco y melina están en la Costa. En cambio, la extracción de madera de bosques nativos se concentra en el norte de Esmeraldas y en la región amazónica. De estas zonas proviene tanto la poca madera explotada de forma legal como la enorme proporción de madera ilegal. De hecho, según información oficial, el comercio ilícito de madera en el país alcanza ganancias de cien millones de dólares, y representa hasta 70% de la madera transportada desde el noroeste de Esmeraldas y la Amazonía, incluyendo el parque nacional Yasuni.
El citado ministerio informa que alrededor del 65% de la madera movilizada legalmente en el país se convierte en contrachapados, tableros aglomerados, balsa procesada, astillas y pallets, así como en muebles y materiales de construcción, como sucede con aquella que se expende en depósitos y aserraderos. Entre las maderas duras explotadas de forma legal, destacan el exótico eucalipto y los nativos chuncho, laurel y colorado o manzano fino, según reporta el Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR, en inglés); entre las blandas sobresale la balsa o boya.
Por un momento, mi amigo constructor se vio tentado a emplear maderas finas en su casa, tanto por la nobleza de estas maderas como por su estética. Pronto notaría, sin embargo, que la grandísima mayoría de maderas nativas finas provienen de bosques naturales, de donde se extraen con mínimos o nulos planes de aprovechamiento y manejo. En otras palabras, que su extracción es indiscriminada e ilegal. Aquellas que se consiguen en depósitos y aserraderos suelen ser vendidas por comerciantes intermediarios que las obtienen de cadenas de explotación en su mayoría informales. Algo similar acontece con la madera para muebles.
La madera extraída en el bosque es usualmente aserrada en forma de tablas, tablones y piezas que se acarrean en mulas y luego en camiones, o que sale en trozas grandes que se trasladan a flote por los ríos. De su lugar de origen van hacia depósitos ubicados en zonas con acceso por carretera. Las maderas aserradas con mayor frecuencia corresponden a especies con alta frecuencia en los bosques o especies que tienen buen precio en el mercado. Los datos recabados por el ministerio del Ambiente cuentan que entre las especies que se explotan en mayor cantidad en Esmeraldas están el chanul, masca-
y fernán sánchez. Otras como el guayacán, cedro o copal van camino a la extinción por la desmedida explotación. Y otras tantas, como el sande, anime, cuangaré y coco son aprovechadas para fabricar las láminas delgadas de madera, de producción barata y sencilla, que conocemos como enchapados. Estas maderas vienen en su mayoría de bosques nativos, excepto el pachaco, especie cada vez más cultivada en la Costa.
Hasta hace pocos años, los bosques nativos de la Costa fueron la principal fuente de madera, pero su gradual reducción ha deri- vado en que la oferta de ciertas maderas silvestres haya sido reemplazada por otras provenientes de plantaciones forestales que han sustituido ese mismo bosque o los páramos serranos. También ha despertado nuevos focos de deforestación en la Amazonía. Según el ministerio del Ambiente, la contribución de los bosques nativos al consumo nacional de madera legal es poco significativa. Pero, ¿qué sucede con la madera ilegal? Esta pregunta es difícil de responder porque la explotación ilícita de madera es una de las actividades más difíciles de rastrear, aunque el
mismo ministerio, como vimos, reconoce un porcentaje alto de explotación ilegal de maderas nativas. La expansión de la red vial en la Amazonía y el norte de Esmeraldas facilita el acceso a bosques nativos cada vez más remotos. Además, el cultivo de las especies nativas más buscadas –por lo general de crecimiento muy lento– jamás será rentable, por lo que deben sacarse del bosque.
Nada alentadores los resultados de la búsqueda de maderas sustentables hasta aquí. Como muestran los datos del ministerio del Ambiente, solo una fracción de la madera en el mercado interno es legal, y de esa solo una fracción viene de plantaciones. Según reporta el CIFOR, buena parte de la madera que consumen las industrias de los muebles, molduras, pisos, puertas y ventanas proviene de árboles motoaserrados en predios del programa de aprovechamiento forestal simplificado (programas incluidos en la normativa forestal ecuatoriana) pero también de operaciones informales en bosque nativo (ver página 20). ¿Qué hacer entonces? ¿Buscar madera que provenga de sistemas autorizados de manejo –en el caso de madera plantada– o permisos de explotación, en el caso de madera de bosques nativos? ¿Hay otras alternativas?
Algunos entendidos recomiendan buscar árboles plantados o de regeneración natural que se encuentran en sistemas agroforestales o en bosques alterados, como el laurel ( Cordia alliodora). Esta madera tiene como destino aserraderos locales dedicados al corte de trozas para tablas, duelas y más. El laurel se desarrolla bien en bosques que han sido intervenidos o en pastizales y sistemas agroforestales porque requiere mucha radiación solar para crecer. Un caso similar es el del aliso ( Alnus acuminata). Otra buena opción son los eucaliptos, pinos o cipreses cultivados en áreas degradadas de la Sierra (teca o guadúa en la Costa), cuyo origen –es decir, quién lo cultiva o cómo lo cosecha– nos sea conocido.
Otros conocedores recomiendan más bien procurarse maderas recicladas, como los pallets, contenedores y otras que generalmente reciben buenos tratamientos antes de su uso original y luego son desechadas en cantidades enormes. Los pallets suelen ser importados, en ocasiones desde países con estrictos controles que aseguran que la madera utilizada sea de origen sustentable.
Surgen también nuevas alternativas como la madera plástica, quizá menos atractiva a la vista y al tacto, y con sus propios problemas ambientales de origen y destino. En términos sencillos, esta es fabricada por prensado y moldeado de plástico con fibras o partículas de madera como el aserrín, polvo de lijar y virutas. Tiene propiedades superficiales e impermeables similares al plástico pero una resistencia mecánica mayor. En Ecuador ya existen proveedores de este material destinado principalmente a construcción, mueblería y decoración. Entre ellos está, por ejemplo, Reinventa Ecosolutions, que lidera el plan nacional de recuperación de plásticos domésticos. Hay también empresas como Tropical Pallets que ofrecen pallets reciclados como una opción sustentable y ecológica. Aunque no es una garantía, también existe la posibilidad de comprar madera (y subproductos como el papel) de compañías ecoamigables, que porten la etiqueta FSC Certified que, se supone, asegura que el producto no contribuye a la desertificación o deforestación.
Al final, el constructor optó por maderas de especies de crecimiento rápido cuyo origen le era conocido. Perseguir el camino de la madera comercial le resultó fútil y agobiante. Mucha madera de plantaciones forestales crece en terrenos donde antes existió selva natural que fue depredada por la misma empresa que ahora es dueña de la plantación, o crece empobreciendo suelos agrícolas antes fértiles. La mayoría de madera nativa viene, sin más ni más, del bosque. Después de todo, la madera es uno de los materiales más interesantes y versátiles para la construcción y la fabricación de muebles y, si la comparamos con otros materiales de construcción, sigue teniendo costos ambientales relativamente bajos. El saber su origen y su manejo es clave para tomar una decisión acertada para nosotros, pero también para nuestro entorno