Carta del Editor
La tarea del agente colonial es encontrar una “playa virgen” donde levantar su cabaña y, dado el tiempo, fundar una ciudad. Sus contrapartes contemporáneos –el desarrollador inmobiliario, el inversionista de riesgo, el prospector petrolero, el burócrata adelantado– también exploran “territorios vírgenes”, “emergentes” o “por desarrollar”. La industria del turismo (del mismo modo que el ambientalismo mainstream) evoca la misma figura de “selva virgen” para denominar destinos impolutos (o bosques saludables). Todas estas imágenes apelan a un constructo colonial nada inocente; niega la presencia y actividad de otras gentes que han ocupado esas tierras con anterioridad y que, por lo general, son las responsables de haber mantenido o producido ese estado de conservación.
La retórica de lo virginal está ligada a sistemas de creencias y legales que –siguiendo los preceptos del filósofo inglés del siglo XVII, John Locke– ven a la aplicación del trabajo (masculino) sobre la naturaleza (femenina) como el justificativo para la apropiación de la tierra. No cualquier trabajo, claro está: solo aquel que sea productivo en los términos del colonizador. Las labores reproductivas o de subsistencia llevadas a cabo por la gente local rara vez califican como “fecundas”. La tierra “virgen” es tierra “baldía” que clama por ser poseída.
Estas dos maneras distintas de entender la relación con la tierra articulan esta edición. Juan Freile indaga sobre un conflicto por las playas de Puerto Cabuyal, al norte de Manabí, que, obviando los detalles circunstanciales, es el mismo que está desplazando a las comunidades pesqueras a lo largo de todo el litoral. Y en octubre se cumple un año de la marcha que un grupo de valientes mujeres amazónicas lideró para exigir al estado petrolero que respete sus territorios hogar. Publicamos aquí los retratos que les hizo Felipe Jácome como un homenaje y una adhesión. Zona de conflictos históricos por la tierra y por el agua, la reserva ecológica Antisana que reseñamos en nuestra sección de áreas protegidas, es un espacio que permite negociarlos con cierta ecuanimidad. Sometemos los tres casos a su reflexión, querido lector.