Cavani y el antirracismo de las formas

Nosotros, me refiero a los humanos, no somos ni blancos ni negros ni amarillos ni podemos ser definidos por nada que involucre el color de la piel: somos personas y punto. La lucha para dejar eso en claro es absolutamente legítima y, tristemente, aún es necesaria pues la sociedad (las sociedades) mantienen elementos racistas en su día a día.

En esta época de ultra-sensibilidad, el caso de la sanción en Inglaterra al delantero uruguayo Edinson Cavani por escribir “Gracias, negrito” a un hincha en una red social ha desatado toda una polémica, pues la frase jamás fue expresada con ánimo de ofender sino que era una muestra de cariño. Y tampoco fue pronunciada en la cancha, donde hay que ser impecable pues el fútbol tiene una función social y debe reflejar lo mejor de la humanidad, aunque a veces se fracasa en esa intención. En Ecuador, sobran ejemplos.

Se ha escrito mucho sobre el uso de la palabra ‘negrito’ como apodo cariñoso en Uruguay, donde el 8 por ciento de la población tiene ancestros africanos y cuya selección fue una de las pioneras en alinearlos en sus partidos. En ese país, es común que una esposa le trate al marido como ‘negrito’.

También se ha abundado sobre el uso de esa palabra en la cultura de América del Sur. ¿Acaso Mercedes Sosa no cantaba a ‘Mi negrito’ sin intención racista alguna? Hay muchos artistas a quienes no les gusta el término ‘afroperuanos’ o ‘afrocolombianos’, pues no se identifican con África.

El problema, quizás, está de dónde proviene la sanción. Inglaterra y Occidente intenta lavar sus culpas con el estricto cumplimiento de las formas. Es un antirracismo formal, el cual puede ser parte de la solución siempre y cuando se entiendan los contextos del otro. Sin querer, con Cavani al final se ha cometido otro racismo.