Una vía estoica y epicúrea contra el caos actual
Eduardo Albert, profesor de filosofía y crítico cubano, conecta dos corrientes filosóficas con tiempos de pandemia
El estoicismo y el epicureísmo surgieron en condiciones de crisis social, política e incluso humanitaria en medio de la desintegración del mundo griego, según explica Eduardo Albert Santos, doctor en Filosofía y crítico de arte cubano. Y por ello no es casual -dice- que el mundo contemporáneo voltee su mirada hacia estas corrientes de pensamiento, como un antídoto contra los retos y dificultades actuales.
¿Qué es el estoicismo y qué nos aporta en medio del caos?
Los estoicos promueven una filosofía de la virtud, de preservar ante todo la virtud, la sabiduría y el autodominio, entendiendo a la virtud como la aceptación firme de las leyes del universo: lo que ocurre tiene que ocurrir inevitablemente porque así lo disponen las leyes cósmicas, entonces uno tiene que prepararse para ese nivel de aceptación. El estoicismo propuso prácticas de comportamiento como el cultivo de la virtud, el despojo de todo tipo de flaqueza, el ser fuerte y decidido ante las circunstancias que enfrentas, con fortaleza física, mental, psicológica…
¿En tiempos de pandemia es una virtud que necesitamos?
En medio del encierro, las relaciones distantes y el fenómeno de enclaustramiento psicológico, tienes que saber vivir equilibradamente. Tengo que asumir de forma inteligente las cosas que ocurren, encontrar el equilibrio y la calma para lidiar con ellas, de eso se trata.
¿El estoicismo está emparentado con la religión y, por ello, también su resonancia actual?
Sí, es cierto. Cuando los estoicos penetran en territorio romano las primeras corrientes de pensamiento cristiano encuentran una proximidad. Los cristianos entendieron que esa prédica era de aceptación no del orden natural de las cosas sino del orden divino, como designios de Dios. A las prácticas estoicas añadieron esperanza y fe, las únicas estrategias que faltaban para completar ese sentido cristiano, y acentuó ese espíritu de aceptación pasiva.
¿Pero la práctica de estos preceptos no nos convierte acaso en seres conformistas, apáticos y fríos ante la vida?
Sí, parece en principio una filosofía un poco pesimista, de adaptación y de renuncia a la lucha, pero no lo es necesariamente. La aceptación ciega del orden establecido nos lleva a un principio determinista. En territorio romano, pensadores como Epicteto y Séneca modulan esto un poco, rechazan la idea de que solo se trate de una pasiva aceptación del estado de cosas, sino que esto involucra también la voluntad, la acción del indi