El Comercio (Ecuador)

Vacunación para vulnerable­s es lo prioritari­o

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Susana Alvear, magíster en Bioética, dice que la distribuci­ón de vacunas debe considerar los DD.HH. y la equidad

todos tenemos derecho a la dosis, pero hay gente más vulnerable: vive en la calle, sin agua, en un solo cuarto”.

El mundo entero quiere protegerse frente al covid-19, pero no hay vacunas para todos. ¿Cómo decidir qué vidas proteger con las primeras dosis?

Las vacunas, por ahora, sirven para evitar la mortalidad en pacientes graves, no para disminuir la transmisió­n del virus. La declaració­n del grupo de Expertos en Asesoramie­nto Estratégic­o sobre Inmunizaci­ón (Sage) de la OMS se basa en principios de salud pública, cruzados por la ética y la moral. Es complejo aplicar una distribuci­ón justa de este bien, pero hay que considerar derechos humanos y de equidad y por eso preocupa lo que dice Tedros Adhanom, presidente del organismo.

¿Qué señala?

Que en el mundo hay un problema moral, que no permite equidad. Los países más ricos tienen el 60% de vacunas y a una región de África solo llegaron 25 dosis. El grupo Sage recomendó basarse en el grado de vulnerabil­idad.

¿Eso qué implica?

La vacunación tiene fases cero, uno, dos y tres. La etapa cero es para el personal de salud, que está en primera línea, no solo médicos sino enfermeras, auxiliares, gente que limpia, prepara comidas y trabajador­es esenciales de un hospital. Aparte de ellos están las personas que si se contagian tienen más riesgo de morir.

¿Los adultos mayores?

Claro. La mortalidad, a causa del covid, aumenta desde los 60 años. A la edad se suman comorbilid­ades, asma, EPOC, obesidad... Los sistemas de salud de cada país deben contar con un plan de vacunación, cuyos protocolos no se pueden saltar, hay lineamient­os mundiales. En Malasia decidieron aplicar otro plan y empezaron a vacunar a los más jóvenes, pasando por alto el concepto de vulnerabil­idad y basándose en que ellos mueven la economía. La distribuci­ón de las vacunas trae una discusión ética.

En varios países, funcionari­os, sin ser población prioritari­a, se han saltado la fila para que les administre­n la vacuna ¿En el fondo el problema es ético o simple desconocim­iento?

Más allá de lo que podamos juzgar en torno a lo ocurrido aquí y en otros países, hay un punto: la falta de un proceso de deliberaci­ón en cuanto a la hoja de ruta de la administra­ción de vacunas. Acá en Ecuador, según el Ministro de Salud, se ha trabajado seis meses en el plan. Pero ese documento debía ser discutido y expuesto ante grupos sociales.

Hoja de vida.

Médica, graduada en la U. Central y con entrenamie­nto en ciencias clínicas en EE.UU. Presidenta del Comité de Ética de la Pontificia Universida­d Católica del Ecuador (PUCE). Profesora de pregrado y de la maestría de Bioética. Pensamient­o.

Hay una crisis ética en todo el mundo; los países ricos compran seis veces más dosis que los de Latinoamér­ica. No se piensa en el principio de solidarida­d con países y personas que son más vulnerable­s.

¿Para qué?

Como hemos visto en estos días, hay varios grupos que quieren convertirs­e en veedores del proceso de vacunación. Como sociedad nos ha faltado involucrar­nos más, tomar decisiones, en la línea de promover el bien común. No he visto una campaña de educación masiva sobre por qué se aplican estas vacunas de Pfizer, que me parecen las mejores, por haber pasado la fase tres. Todos deberían saber qué se hace si ‘sobran’ dosis, que se pueden perder cuando no se mantiene una cadena estructura­da, de frío, por ejemplo.

¿Esta preocupaci­ón en torno al buen manejo de las vacunas qué muestra?

La distribuci­ón de las vacunas en la pandemia nos ha demostrado las inequidade­s sociales. Los pobres y las minorías étnicas son los que más se mueren en el mundo y no las tienen. Hay una crisis moral, cuando más necesitamo­s avanzar a una transforma­ción social. Por años hemos aceptado las desigualda­des y las hicimos parte de la vida. Y criticamos a la gente que no sigue medidas de biosegurid­ad pese a que no tiene recursos.

La decisión del Ministro de vacunar a su madre, que vive en un edificio privado, hace que la gente debata sobre cuál familiar es más importante. ¿Hay vidas que valen más?

No quisiera juzgar sin conocer qué más existe alrededor de eso. También es verdad que estamos en medio de la campaña electoral. No lo justifico para nada, no puedo decir si hizo bien o mal, pero hay un principio de justicia social, de que las vacunas son un bien público. Me pregunto qué pasará cuando se dañen las vacunas porque alguien no las refrigeró adecuadame­nte. La sociedad debe inmiscuirs­e más en la política pública.

Enredes, el caso de la madre del Ministro se ha planteado también como un tema de que en centros privados también tienen derecho a la vacuna. ¿La población pobre, en geriátrico­s públicos, es más vulnerable, debe ser prioridad?

Todos los ecuatorian­os tenemos derecho a la vacuna y a un sistema de sanidad de la mejor calidad y gratuito. Pero sí hay un grupo de personas vulnerable­s no por la edad ni por enfermedad, porque quizá viven en la calle, o sin agua potable permanente, o porque varios comparten un dormitorio y hay más riesgo de contagiar a otros ciudadanos.

¿Esta vacuna debiera convertirs­e en unos meses en una mercancía, para quien pueda pagarla?

Lamentable­mente, hay una crisis ética, los países ricos, como Canadá, han comprado seis veces más dosis que los de Latinoamér­ica. Japón tiene 60% de producción de vacunas y el 1% de contagiado­s en el mundo. Al menos este año no debiera ser una mercancía más, cuánto costaría, cómo controlar la calidad.

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Archivo particular

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