Angie Paola Palacios tiene un plan para ir a tokio
La pesista, nacida en Shell, se entrena en Quito y buscará la clasificación en marzo y abril. Pide un mejor trato de los organismos para ella y su hermana Neisi.
Angie Paola Palacios no tuvo elección. Practicaba el atletismo, pero sus hermanos, Neisi y Javier, hicieron que se involucre en el levantamiento de pesas.
“Despuésdeganarmisprimeras medallas en un Campeonato Nacional Escolar, me enamoré del deporte”, recuerda la medallista Mundial Prejuvenil, que está a dos meses de confirmar su clasificación a los Juegos Olímpicos.
“Este año tengo tres torneos que me permitirán lograr los puntos para clasificar a Tokio. El Campeonato Sudamericano en Colombia, el Panamericano en República Dominicana y el Mundial Juvenil, en sede por definir. No puedo creer que estamos a un paso de poder llegar a los Juegos Olímpicos, es algo muy importante para mí porque he luchado mucho por este sueño”, añade.
Su hermana es Neisi Dajomes, la también pesista y que forma parte de la élite del deporte nacional. En agosto decidieron dejar Shell (Pastaza) y residir en Quito, por las facilidades para su entrenamiento. “Al principio fue difícil adaptarnos, especialmente por el frío. Entrenar en Quito nos ayuda mucho en nuestra preparación, en ciudades de altura el organismo tiene mayor oxígeno en la sangre”.
Su cuerpo lo ha esculpido en los gimnasios y los parques de Quito. En los primeros, por las sesiones de musculación y pesas, y en los parques, donde realiza la preparación física, al aire libre. “El porcentaje de grasa en mi cuerpo es del 16%. Estamos bien para nuestra preparación”.
Comparte entrenamiento con Neisi y trabajan bajo la dirección del ruso Alexei Ignatov, con quien el proyecto es levantar 108 kg en Arranque y 127 kg en Envión, marcas con las que piensa luchar su clasificación olímpica y pelear medallas a nivel continental.
“Soy muy buena para el Arranque. Se me hace fácil, un solo movimiento, un solo dolor”, bromea Angie Paola, quien luce en su rostro casi siempre una sonrisa.
Al igual que Neisi Dajomes, es una guerrera. Desde el 2015 participa en torneos internacionales. Es doble campeona mundial Prejuvenil (2016 y 2017). Al año siguiente no pudo asistir al Mundial Juvenil por un accidente en moto que sufrió semanas antes de su viaje y participación.
“Un auto se pasó la señal de ‘pare’ y nos chocaron. Recibí golpes en la rodilla y el tobillo de la pierna derecha. La herida fue de 22 centímetros. Perdí un poco de flexibilidad, pero a los dos meses fui al Mundial Senior en Asjabad, Turkmenistán. Me sentí bien”.
Solo en el Mundial Juvenil realizado en Georgia, en el 2016, fueron rivales. Neisi ganó el oro y Angie Paola subió por la presea de plata, en la modalidad Arranque.
En los viajes a torneos internacionales por lo general comparten el alojamiento. Durante los eventos, la una apoya a la otra en los camerinos y luego desde las gradas. En los Juegos Panamericanos de Lima, en el 2019, compartieron, además de participación, el dolor y el duelo. Solo cuatro meses antes su mamá, doña Sandra Dajomes, perdió la vida.
“Es un dolor que ha sido difícil de superar. Lo vamos asimilando, nos toca aceptar para seguir adelante”, dijo en un momento en el que sus lágrimas borraron su sonrisa. Ella, doña Sandra, fue quien les enseñó a sus hijas a pelar y a nunca rendirse. A levantar la voz cuando miran que el trato que reciben no es el justo. “Nos decía que no debemos callar”.
Por eso afirma que ella y su hermana no reciben el trato que merecen dos deportistas que están a punto de clasificarse a los Olímpicos. Han tenido que comprar sus vitaminas y contratar un masajista para complementar el trabajo.
“Hemos pedido que nos envíen a cumplir con un ciclo de entrenamiento en el exterior”. Espera que su voz se escuche cuando la clasificación esté en sus manos.
Mientras tanto, seguirá entrenando cinco horas al día. Compartirá horas con sus hermanos menores Germán y Jéssica, que también se vinieron a la capital.
Con ellos divide la preparación de alimentos, ensaladas, donde destaca el brócoli; y la pena de no encontrar maytos (un plato típico de la región amazónica), pues nunca faltaban en su dieta cuando vivían en Shell.