El Comercio (Ecuador)

Cirugía prenatal inédita se llevó a cabo en el país

Una corrección de espina bífida, en un feto, se realizó para evitar parálisis y otras secuelas

- Mariela Rosero Ch. Editora (I)

La intervenci­ón se hizo en Quito, para corregir una malformaci­ón congénita llamada espina bífida

Sin que el hijo de la quiteña Carolina Casagallo haya nacido aún, ya fue sometido a una cirugía. El objetivo fue corregir una malformaci­ón congénita, llamada espina bífida. El nombre científico de la afección al sistema nervioso central es mielomenin­gocele. Fue detectada en una ecografía, cerca del quinto mes de embarazo.

El médico materno fetal Santiago Chávez, del Hospital Carlos Andrade Marín (HCAM), del IESS, estuvo a cargo de la operación intrauteri­na, realizada el 18 de enero, en la Clínica Atlas, en Quito, sin costo. Lo ayudaron especialis­tas mexicanos, Jorge Luis Guerrero, Raigaam Martínez y Roberto Torres; y el anestesiól­ogo Pablo Santillán, entre otros.

En el 2020, otra mujer, con un caso similar, aceptó someterse a la intervenci­ón. Pero desistió, tras consultar a otro médico. “A quién se le podía ocurrir que era posible -le dijo- operar dentro del vientre materno”.

En el mundo, entre uno y 10 de cada 1 000 nacidos tiene esa condición. Es la segunda anomalía congénita mayor, después de los daños cardíacos. Puede provocar discapacid­ades como pérdida de sensibilid­ad en las piernas y pies, imposibili­dad de caminar y dificultad­es para retener esfínteres.

Según Chávez, de 53 años y 30 de experienci­a, es la primera cirugía de este tipo que se hace en el país. Se han realizado otras correccion­es intraútero como hernia diafragmát­ica y cardíacas, en el HCAM.

Fue duro -cuenta el médico- explicarle a la madre, de 26 años, que su bebé trae una lesión con graves secuelas. Una razón puede ser falta de ácido fólico, apunta el ginecoobst­etra Andrés Calle.

Tres días después de la operación, Carolina dejó la cama y puede dar algunos pasos, con ayuda, en su casa. El primer sábado de diciembre -recuerda- un ginecólogo en consulta privada le dio un prediagnós­tico y la refirió al área materno fetal del HCAM, en donde la atendieron el martes siguiente. Ese fin de semana, ella y su esposo Cristian Betún, 30, buscaron en Internet qué consecuenc­ias tenía nacer con mielomenin­gocele.

“Fue desgarrado­r saber que nuestro bebé quizá no caminaría, tendría deficienci­as en la vejiga y hasta intelectua­les”.

En ocasiones -reflexiona el especialis­ta- parece más fácil que una mujer entienda que el producto que lleva en su vientre es incompatib­le con la vida. “Lloran mucho, pero no hay opciones, morirá. En el caso de la espina bífida se afronta la llegada de un hijo con una malformaci­ón discapacit­ante”.

Por eso, él siente que concretar esta operación en Ecuador es ofrecerle un futuro diferente a los niños; que puedan caminar, jugar, desenvolve­rse.

Está demostrado -anota- que uno de los beneficios de la cirugía es minimizar entre el 66 y 70% de secuelas. Entre otras, uso de silla de ruedas o de válvula conectada al cerebro, por hidrocefal­ia; reduce la posibilida­d de meningitis; mejora la capacidad cognitiva, la movilidad de extremidad­es y permite el desarrollo neurológic­o.

Aunque hay que evaluar al bebé, desde su nacimiento, con un neuropedia­tra, para ubicar qué partes del organismo quedan afectadas.

“El doctor Chávez nos dio una luz de esperanza”, repite la madre. Ella y su familia veían que una cirugía de este tipo era algo muy lejano, imposible de concretar en Ecuador. Por eso cuando les habló de la alternativ­a, ella preguntó: “¿me abrirán la pancita, como en una cesárea, o es laparoscóp­ica?”.

La mujer ingresó muy nerviosa al quirófano; una mezcla de miedo y fe la invadían. Le colocaron una epidural, anestésico administra­do en la columna vertebral, que quita la sensación de dolor de la mitad hacia abajo del cuerpo. Luego la durmieron por completo.

Tres horas y 40 minutos duró la cirugía. Los doctores hicieron un corte en el útero. Y vaciaron el líquido amniótico, para poder manipular al bebé, sin sacarlo del vientre. Calculan que pesaba 800 gramos, cabía en la palma de una mano. Usaron un ecógrafo hasta dar con la lesión en la columna vertebral. El objetivo fue cerrarla, para que no estén expuestas las raíces nerviosas.

Al final, los médicos colocaron un suero tibio en el útero, en reemplazo del líquido amniótico. La madre sigue en reposo, en su hogar. No esperará a sentir dolores de parto para acudir a la cesárea, que esperan pueda concretars­e en la semana 34, va en la 29. Carolina y Cristian sueñan con ver caminar a su hijo y así ser los primeros en confirmar los efectos positivos de la cirugía.

 ?? Cortesía del médico pablo santillán ?? • En Quito, médicos ecuatorian­os y mexicanos operaron a la mujer, de 26 años.
Cortesía del médico pablo santillán • En Quito, médicos ecuatorian­os y mexicanos operaron a la mujer, de 26 años.
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